Las zonas áridas de Andalucía se caracterizan porque en su parte más superficial presentan una fina capa (invisible al ojo humano) donde viven una gran cantidad de comunidades de microorganismos como bacterias, algas, hongos, musgos o líquenes y que los expertos denominan costras biológicas del suelo. Investigadores de la Universidad de Almería han demostrado los efectos de estas comunidades para la estabilidad de los suelos, el agua, los sedimentos, la distribución de nutrientes en el paisaje y, en última instancia, para mantener el buen funcionamiento del ecosistema.
Las inundaciones son una de las catástrofes naturales que mayor número de víctimas producen en el mundo. En España, son el desastre natural con más impacto sobre vidas y bienes y están causadas principalmente por las grandes lluvias. Mikel Goñi Garatea ha desarrollado en la UPNA un nuevo modelo de simulación de lluvia-escorrentía aplicable a zonas húmedas como el norte de Navarra o del País Vasco, donde los largos períodos de lluvia generan corrientes de agua que pueden alcanzar magnitudes importantes.
El desarrollo urbano de los humanos se solapa con el hábitat de animales y plantas silvestres, y crea entornos que degradan los paisajes naturales. Entre las consecuencias destacan la proliferación de mosquitos, y la reducción de la cantidad de alimento para los peces. En relación a la gestión de las aguas urbanas, ecólogos estadounidenses han presentado, durante la Reunión Anual de la Sociedad Ecológica de Norteamérica, los resultados de sus investigaciones que pretenden equilibrar a una sociedad urbanizada con la protección de los ecosistemas acuáticos. Los ‘tejados verdes’ serían una solución.