Un análisis de restos de piel de Pepito, el dinosaurio jorobado de Cuenca, revela que los pies de los dinosaurios terópodos estaban recubiertos por una estructura de escamas similar a la de las aves modernas.
En esta foto del cráneo de un humano moderno y de un neandertal frente a frente, ¿echan en falta algo? Existe una característica que los primates, neandertales y humanos arcaicos no tienen: la barbilla. Investigadores de la Universidad de Iowa (EE UU) sostienen que el mentón proviene de la evolución, no de fuerzas mecánicas como la masticación.
Concha Monje (Badajoz, 1977) es investigadora del Robotics Lab de la Universidad Carlos III de Madrid. Esta ingeniera industrial es una de las responsables del desarrollo TEO, un robot humanoide de 60 kilos que camina y manipula objetos. Autora de casi medio centenar de artículos científicos, ahora ha trasladado sus conocimientos al mundo del cine. En concreto, ha sido asesora científica en la película Autómata, protagonizada y producida por Antonio Banderas y dirigida por Gabe Ibáñez. Esta cinta de ciencia ficción explora un futuro donde los robots humanoides toman conciencia propia.
Por qué algunas mamíferas siguen viviendo muchos años después de dejar de ser fértiles es uno de los grandes misterios de la evolución. Un equipo de investigadores británicos afirma que las orcas menopáusicas ayudan a sus parientes jóvenes transmitiéndoles información para encontrar alimento. La experiencia de estas veteranas asegura la transmisión de sus genes.
Una reconstrucción en 3D del cráneo de Homo habilis hallado en Olduvai en los años 60 indica que esta especie es más antigua de lo que se creía. Según un trabajo publicado en Nature, pudo originarse hace 2,3 millones de años en lugar de 1,8 millones. Otro estudio en Science va más allá y adelanta la aparición del género Homo a hace 2,8 millones de años,según los restos fósiles encontrados en Etiopía de una especie sin catalogar. Este sería el humano más antiguo conocido.
El neocórtex es la zona del cerebro encargada del control de las emociones, el pensamiento consciente y el lenguaje. En humanos y otros primates, profundas arrugas aumentan la superficie de esta fina capa plagada de neuronas. Investigadores de los Institutos Max Planck, en Alemania, confirman ahora el papel de un gen, único en sapiens, neandertales y denisovanos, que contribuye a la formación de los pliegues y que es marca de la evolución humana.
Hypericum es un género diversificado de plantas de origen templado. Un equipo de científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales y del Real Jardín Botánico han reconstruido de forma profunda su historia evolutiva. El método empleado disminuye los errores de interpretación de la historia evolutiva que causan las extinciones.
La capacidad espacial que adquirió el cerebro en su evolución la usamos hoy para saber lo ‘cercana’ que resulta otra persona. Del mismo modo, la maquinaria neuronal que se creó para procesar rostros y objetos se ha reutilizado para leer, y nuestras antiguas vivencias en pequeños grupos de cazadores-recolectores todavía se manifiesta cuando personificamos en alguien problemas universales como el hambre o la pobreza. Así lo reflejan los últimos estudios de neurociencia social.
En su libro La evolución del amor, Gerald Hüther retrata la historia evolutiva y cultural del ser humano desde la creación, la cooperación y la unidad. Este profesor de Neurobiología en la Universidad de Gotinga (Alemania), que ha asesorado en temas científicos a Angela Merkel, explica que la selección natural no se rige solo por la competencia, sino también por el amor, que nos mantiene unidos a la naturaleza y a los demás.