La sequía y el aumento de temperatura ya provocan sustituciones de especies, mayor aridez y riesgo de incendio, y menor fertilidad del suelo y disponibilidad de agua, entre otros efectos negativos. Una amplia revisión de estudios y registros de datos revela hay especies menos resistentes al cambio climático y que el impacto del cambio climático se agravará en las próximas décadas.
Más de la mitad de las especies de plantas amenazadas en España carece actualmente de garantías suficientes de conservación in situ. Así lo revela un estudio liderado por la Universidad Autónoma de Madrid que demuestra que el país está lejos de alcanzar los objetivos de la Estrategia Global de Conservación Vegetal fijados para 2020.
El bosque mediterráneo se reducirá prácticamente a matorral en 100 años por los efectos del cambio climático. Así lo revela un nuevo estudio que ha analizado cómo reaccionan las plantas ante el aumento de temperatura y la sequía. Los científicos concluyen que las especies vegetales persisten regulando el tiempo que dedican a realizar la fotosíntesis para ahorrar agua, pero no todas reaccionan igual.
El hierro es un esencial para las plantas, pero a pesar de ser uno de los elementos más abundantes de la corteza terrestre, su deficiencia en los cultivos es común en regiones como la cuenca mediterránea. Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid han analizado dos tipos de fertilizantes de hierro de alta estabilidad, logrando determinar el mejor momento de aplicación para cada uno según el estado de desarrollo de las plantas.
Los mismos genes que se activan ante la falta de nutrientes inducen el estado durmiente de las yemas en las plantas para detener la formación de nuevas ramas. Este patrón de expresión génica para impedir el crecimiento en situaciones de ayuno se mantiene tanto en plantas herbáceas como leñosas. Es lo que indica un estudio de investigadores del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC (CNB-CSIC).
Un saltamontes con forma de hoja que se mimetiza con el entorno, una araña cuyo cuerpo recuerda al sombrero de un mago, ciempiés que corren bajo el fondo del mar como si lo hiciesen en tierra firme, plantas que ‘sangran’ y orquídeas que parecen la cabeza de un diablo. Todas forman parte del Top Ten de nuevas especies descubiertas en 2016 elaborado, como cada año desde hace una década, por el International Institute of Species Exploration con la intención de concienciar sobre la importancia que tiene conocer y clasificar la biodiversidad.
Hongos y plantas se alían para crear kilométricas tuberías de raíces que conectan a las especies vegetales entre sí. De este modo, los bosques, unidos bajo tierra, cobran fuerza ante amenazas como el cambio climático para poder cumplir su función de sumideros de carbono. Pero los científicos aún desconocen cómo se produce esta interacción, similar a la red de internet.
Investigadores de la Universidad de Málaga y de la Universidad Pública de Navarra han obtenido en el laboratorio resultados positivos en la mejora de cultivos de álamo, incrementando en más de un 20% la altura y el número de hoja, lo que podría aumentar su capacidad como fuente de biomasa. El estudio determina factores clave en la generación de biomasa, como el crecimiento, la forma del tronco y la calidad de madera, que se pueden manipular en el laboratorio.