El potente rugido del mono aullador de América, que fascinó a Darwin, es su arma de seducción y de defensa: atrae a las hembras para el apareamiento y ahuyenta a sus rivales a kilómetros de distancia. Ahora, un nuevo estudio revela que los dueños de los aullidos más poderosos poseen gónadas de menor tamaño, y viceversa. No se puede tener todo en la vida, tampoco a la hora de competir sexualmente.
Los lentivirus son un género propio dentro de la familia de los Retroviridae cuya característica principal es que su periodo de incubación es muy largo. Uno de estos virus es el que afecta a los primates, llamado virus de inmunodeficiencia en simios (SIV), que, sin embargo, no provoca que sus portadores enfermen. Ahora, investigadores estadounidenses han estudiado la secuencia de los genes antivirales de algunos primates africanos y sugieren que estos animales han estado infectados por lentivirus desde hace 16 millones de años.
Una amplia revisión de estudios sobre la moral de primates y otros animales prueba que las especies cuyos individuos cooperan entre sí son muy sensibles ante las desigualdades. Los monos capuchinos, por ejemplo, se rebelan cuando reciben un premio menos sabroso que el del compañero. Solo los humanos y algunos primates, como los chimpancés, somos capaces de quejarnos si el reparto es injusto para el prójimo; y lo hacemos para evitar futuros conflictos.
Investigadores del Instituto de Biología Evolutiva y del Centro Nacional de Análisis Genómico participan en un consorcio internacional que ha secuenciado el genoma del gibón (Hylobatidae), el último simio en ser secuenciado. El estudio de estos primates proporciona pistas para la investigación en salud humana.
Una investigación de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) ha demostrado que los mecanismos del pie humano no son tan únicos como se pensaba hasta ahora. Por el contrario, tienen mucho más en común con los pies flexibles de los grandes simios cuya parte media del pie es totalmente manejable y hace contacto regular con el suelo.
El omóplato de Selam, la niña Australopithecus afarensiscuyos restos se encontraron en Etiopía hace 12 años, ha servido para concluir que su especie subía y bajaba de los árboles. Los afarensis son primates extintos que se consideran ancestros bípedos del hombre. Saber que también se suspendían de las ramas hace pensar a los científicos que su actividad arbórea los alejó de los humanos.
El American Journal of Physical Anthropology publica esta semana en su edición online el trabajo «The Thumb of Miocene Apes: New Insights From Castell de Barberà (Spain)», que firman tres investigadores del ICP y que muestra que las proporciones de la mano humana, especialmente en cuanto a su largo pulgar, son más similares a las proporciones de los simios fósiles que a las de los grandes simios actuales. Los chimpancés, gorilas y orangutanes presentan una mano alargada con un pulgar corto, ya que están adaptados a suspenderse bajo las ramas.
Los antropoides (grupo de primates que incluye a los humanos, los simios y los monos) colonizaron África y no evolucionaron en el continente originariamente. Así lo confirma un estudio, que se publica en la revista Nature, que ha descrito los fósiles hallados en Libia de tres familias distintas de antropoides que habitaron el norte de África a la vez y que podrían haber venido desde Asia.
La revista Science publica esta semana dos comentarios técnicos que ponen en tela de juicio algunas de las conclusiones sobre el fósil homínido Ardipithecus ramidus que el equipo de Tim White anunció en la misma publicación científica en octubre de 2009. Los investigadores cuestionan el hecho de que ‘Ardi’ fuera un homínido y que viviera en bosques densos.
Reconstruyen la evolución de la risa en grandes simios y humanos