Después de más de tres años de lluvias escasas, Cataluña sufre su sequía más grave desde que hay registros. La emergencia hace replantear una planificación hidrológica que trata de garantizar todos los usos del agua, desde el agrícola hasta el doméstico, potenciando su regeneración, las desaladoras y la explotación racional de los acuíferos.
La sequía que arrastra España en los últimos años ha llevado a declarar la situación de emergencia en regiones como Cataluña. En esta ocasión, la situación climática y la explotación excesiva de los acuíferos, ha desembocado en restricciones. La socióloga Regina Lafuente estudia la percepción de la población sobre la gestión del agua y su respuesta cuando escasea este recurso.
En lo que llevamos de 2023, ha llovido un 75 % menos que la media de los últimos 10 años. La situación es especialmente acuciante en Cataluña, que afronta la mayor sequía desde que hay registros. Jesús Vargas Molina, miembro del Observatorio Ciudadano de la Sequía, explica que ante estos eventos —que irán a más— debemos replantear la gestión hídrica.
Un informe de la Comisión Europea señala que el 64 % del continente europeo se encuentra en aviso o alerta por sequía, lo que aumenta el peligro de la expansión de incendios.
La escasez de precipitaciones y las altas temperaturas en los últimos días han provocado un descenso de 449 hm3 de agua en los embalses. Esta semana acumulan 27.040 hm3, lo que representa un 48,2 % de su capacidad total.
En España, donde todas las culturas ibéricas han crecido a orillas de algún río, es urgente salvar lo poco que queda de bueno en las cuencas, castigadas durante décadas por la contaminación, las especies invasoras y las alteraciones hidrográficas. Nuevas figuras como las reservas naturales fluviales surgen para luchar por la preservación de los escasos ríos vírgenes que aún resisten.
Un estudio publicado en la revista Nature Geoscience aporta nuevos datos, recopilados de un total de 101 embalses repartidos por toda la península ibérica, para explicar la sobresaturación de CO2 en los lagos.
Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) han analizado la importancia de la radiación solar en la degradación de microcistinas y cilindrospermopsina, compuestos naturales nocivos producidos por las cianobacterias presentes en nuestras aguas.