Entre 3.000 y 6.000 buitres podrían morir al año en España si se sigue autorizando el diclofenaco. Así lo advierten varias organizaciones conservacionistas ante la nueva revisión de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios para autorizar la distribución de este antiinflamatorio de uso veterinario perjudicial para los buitres. Un estudio del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente demuestra la gravedad del uso de diclofenaco y su impacto en las poblaciones de aves.
Investigadores de varios centros europeos han identificado las principales fuentes de exposición al plomo en el buitre leonado, elaborando mapas de riesgo asociado a este contaminante en el espacio y en el tiempo. Estos mapas pueden ser una herramienta útil para mitigar los efectos de contaminantes altamente tóxicos.
Un vertido mucho mayor que el del Prestige liberó en Aznalcóllar un 25 de abril de hace 18 años dos millones de metros cúbicos de lodos tóxicos ricos en metales pesados y cuatro de aguas ácidas, dejando a su paso un rastro de destrucción en las cuencas de los ríos Agrio y Guadiamar. Los estudios para evaluar los daños en el suelo, vegetación y fauna del lugar no han tenido tregua desde entonces. Mientras, la mina se prepara para su reapertura en 2018.
El lindano, utilizado por los agricultores como insecticida y plaguicida, es un compuesto tóxico que asimilan los seres vivos y que se ha vertido durante años al medio ambiente. Ahora la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y Tecnalia buscan soluciones para eliminar las consecuencias de su uso con nanopartículas de hierro.
Investigadores de la Universidad de Huelva han desarrollado diferentes técnicas analíticas que permiten detectar componentes tóxicos cuando se encuentran en pequeñas cantidades, protegiendo de esta forma la salud de las personas que los consumen. Además, permiten su posible inclusión rutinaria como método sencillo, económico y rentable dentro de las empresas dedicadas al control de calidad alimentaria.
Dos estudios internacionales, publicados hoy en la revista Nature, demuestran que el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero causó un incremento de las precipitaciones y del riesgo de inundaciones durante la segunda mitad del siglo XX. Los resultados también confirman que las acciones humanas contribuyen al calentamiento global.
El marsupial australiano (Dasyurus hallucatus) se alimenta de invertebrados, frutas, lagartos y sapos.
Un grupo de científicos de la Universidad de León, en colaboración con personal de la Agencia de Protección de la Salud y Seguridad Alimentaria autonómica, está desarrollando una herramienta web para facilitar el reconomiento de las setas.