Un equipo científico ha analizado los restos fósiles de comida regurgitada de búhos –que incluye trozos de huesos, pelo y dientes sin digerir de pequeños mamíferos– para determinar los cambios en el ecosistema de la Gran Cuenca de EE UU durante los últimos 13.000 años. Según sus conclusiones, el proceso de calentamiento iniciado en el siglo XIX está ocasionando la perdida de la resistencia natural de los habitats, ya que las especies que han desaparecido no han sido sustituidas por otras nuevas.
Ante una amenaza, muchos animales reaccionan emitiendo sustancias químicas que ahuyentan a los predadores y previenen a otros del peligro, y las aves no son una excepción. Un nuevo estudio de la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC demuestra por primera vez que las aves son capaces de oler la sustancia que producen sus crías ante un peligro y, por tanto, el miedo de estas en el nido.