El 11 de febrero los responsables del experimento LIGO, un avanzado sistema de detección de ondas gravitacionales, ofrecerán en Washington una rueda de prensa para presentar sus últimos avances. La filtración del correo de un investigador apunta a que por fin se podrían haber descubierto estas ondulaciones del espacio-tiempo, cien años después de que Einstein predijera su existencia.
El radiotelescopio Parkes de Australia ha detectado 883 galaxias más allá de la Vía Láctea, de las que casi un tercio eran desconocidas para los astrónomos. El hallazgo se ha producido en el entorno del enigmático Gran Atractor, por lo que podría aclarar el misterio que rodea a este muro de galaxias que atrae a otras como la nuestra.
El espejo del telescopio espacial James Webb, tres veces mayor que el del Hubble, acaba de ser ensamblado. Investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía participan en la definición de objetivos científicos del James Webb, que se lanzará en 2018 para, entre otros objetivos, estudiar los cuerpos del sistema solar.
Esta semana dos cosmonautas rusos han retirado del exterior de la Estación Espacial Internacional una plataforma en la que muestras de un liquen ‘vagante’ recogido en Guadalajara (España) llevaban expuestas a la radiación extraterrestre desde 2014. Ahora regresarán de nuevo a la Tierra para ver cómo estos y otros organismos han superado la prueba. El objetivo es conocer su capacidad de resistencia a condiciones espaciales y parecidas a las de Marte.
Las siete líneas de una de las tablillas, escritas con signos cuneiformes, ofrecen los datos geométricos de los trapecios que usaban los astrónomos babilónicos para seguir los movimientos de Júpiter. / Mathieu Ossendrijver/Science
La transcripción de cuatro tablillas de la antigua Babilonia, datadas entre el 350 y 50 a. C., revela que aquella civilización ya utilizaba elementos geométricos para calcular la posición de Júpiter. El hallazgo reescribirá los libros de historia de la astronomía: hasta ahora se pensaba que fueron los europeos del siglo XIV los primeros en conocer las posiciones y trayectorias de los cuerpos con estos métodos.
Un astronauta coloca la plataforma EXPOSE-E en la Estación Espacial Internacional. / ESA
Científicos europeos han recogido los diminutos hongos que se cobijan en las rocas de la Antártida y los han enviado a la Estación Espacial Internacional. Tras permanecer allí durante año y medio en condiciones parecidas a las de Marte, más de un 60% de sus células permanecían intactas, con el ADN estable. Los resultados aportan nueva información en la búsqueda de vida en el planeta rojo. En el mismo experimento también viajaron al espacio líquenes españoles de la Sierra de Gredos.