Entrevista a José Luís Jorcano, del CIEMAT

“Con una pequeña biopsia de piel, obtenemos la necesaria para todo el cuerpo en cuatro semanas”

José Luís Jorcano (Gijón, 1949) es el Jefe de la Unidad de Biomedicina Epiletial del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas de Madrid (CIEMAT). Impartió una conferencia sobre la ingeniería de la piel y algunas aplicaciones preclínicas en el marco de un seminario sobre bioingeniería que tuvo lugar recientemente en la Universidad Carlos III de Madrid.

José Luís Jorcano
Crédito: UC3M

Doctor en Ciencias Físicas, comenzó a investigar en biología estudiando la estructura del ADN y desde entonces lleva 35 años haciendo ciencia en campos como los ácidos nucleicos y la bioquímica de proteínas, biología molecular y terapias génica y celular de patologías cutáneas. Ha sido Director de la Fundación Genoma España (2002-2009) y es autor de más de 150 capítulos de libros y publicaciones en revistas científicas y coinventor de ocho patentes, casi todas relacionadas con tecnologías aplicadas al mundo de la piel.

¿Cuándo comenzó a interesarse en la aplicación de las nuevas tecnologías a la medicina y al cuerpo humano?

Nuestra especialidad es el desarrollo de técnicas de Ingeniería Tisular para el tratamiento de diversos tipos de enfermedades (fundamentalmente hereditarias, como las epidermolisis ampollosas, pero también inflamatorias, infecciosas y tumorales) y otros problemas de regeneración cutánea (por ejemplo, quemaduras extensas y severas o úlceras crónicas). Nuestro interés nació hace unos 15 años, cuando nos dimos cuenta de que todo el conocimiento y tecnología que estábamos generando en nuestras investigaciones básicas sobre la piel podía tener aplicaciones terapéuticas. Nuestra colaboración con el Dr. Álvaro Meana, del Centro de Transfusión y Banco de Tejidos de Asturias, jugó un papel fundamental en este cambio de perspectiva.

¿Y por qué le llama la atención investigar la piel?

Porque la piel, a pesar de ser el órgano que más fácilmente vemos, tocamos y sentimos, de ser el mayor en tamaño y peso de nuestro organismo y de desarrollar funciones vitales, es un órgano al que históricamente se le dedicó poca atención investigadora. Esto ha hecho que, aunque es el blanco de enfermedades muy prevalentes, como pueden ser los tumores cutáneos, la soriasis y otras enfermedades inflamatorias o las úlceras crónicas de diferente etiología, conociéramos muy poco acerca de su biología molecular y celular y, por lo tanto, tuviéramos pocas respuestas frente a estas enfermedades. Afortunadamente, esta situación ha cambiado totalmente en los últimos años.

Entre otras cosas por trabajos como el suyo, en el que han conseguido desarrollar una piel casi “sintética”. ¿Cuáles son sus principales características?

En realidad, no la describiría como “sintética”. Es un producto que se desarrolla a partir de células y plasma humano, en algunos casos del propio paciente (producto autólogo para evitar el rechazo, si se requiere para el resto de la vida del paciente) o de un donante (producto alogénico, si sólo se necesita su acción temporal). Se reconstruye la arquitectura cutánea, generando una dermis poblada de fibroblastos y una epidermis compuesta de células epiteliales. A partir de una pequeña biopsia (2-4 cm cuadrados) se obtienen 2m cuadrados de piel (la superficie corporal) en 3-4 semanas.

¿Qué es lo que resulta más complejo de este proceso?

En el momento actual somos solamente capaces de reconstruir la piel interfolicular o piel propiamente dicha, pero no sabemos cómo generar los apéndices cutáneos, tales como pelos y glándulas sebáceas y sudoríparas.

¿Cuántas personas se pueden beneficiar de estos avances?

Un espectro muy amplio. Por un lado, algunas enfermedades como la soriasis o las úlceras crónicas vasculares y diabéticas, afectan a amplios sectores de la población. Las epidermolisis son enfermedades raras hereditarias, que afectan a un número mucho menor de pacientes pero, por ello, históricamente no atendidas por las empresas farmacéuticas tradicionales y necesitadas por tanto de investigación pública. Finalmente, para los quemados extensos estas técnicas pueden significar el salvar la vida.

¿Se puede llegar a desarrollar una piel sintética sin utilizar algún tipo de donación?

En los momentos actuales, no. Se requieren células y otros componentes humanos. Hay otros productos que no llevan células y se pueden considerar en cierto modo como más “sintéticos”, pero sus efectos y aplicaciones no son tan amplios como en nuestro tipo de desarrollo. Hoy por hoy, la Naturaleza es nuestra mejor maestra y tratamos de imitarla.

¿Cuáles son los principales retos de investigación en este campo?

Nos queda muchísimo por hacer casi en cualquier dirección que se considere. Algunas prioridades podrían ser: aprender a identificar y manejar de manera mucho más eficiente las células madre cutáneas; conocer mejor las bases moleculares y celulares de los problemas en que trabajamos; diseñar mejores bio y nanomateriales, así como procesos robotizados que permitan acortar tiempos y abaratar costes; ser capaces de formar grupos mixtos, en los que trabajen investigadores básicos y clínicos para así diseñar productos mas útiles y eficaces y hacerlos llegar antes a la clínica.

¿Qué tal se encuentra en general la investigación biomédica?

La investigación biomédica española es de buena calidad y reconocida internacionalmente. El lugar que ocupamos en el ranking internacional, tomando como parámetro nuestras publicaciones en revistas especializadas, es superior al que sería de prever en función de los recursos que nuestro país dedica a la investigación. Por ejemplo, aunque no es el único parámetro, es sobradamente conocido que el gobierno español dedica a estos menesteres un porcentaje del PIB que es menos de la mitad del promedio europeo. Y otro parámetro muy importante, los recursos destinados por las empresas privadas, está todavía más alejado de los promedios internacionales. Es decir, todavía tenemos un largo camino que recorrer. En mi opinión, hay que mejorar fundamentalmente en dos cosas: a) El impacto de nuestras publicaciones (más que su número). b) Lo que, sin duda, constituye el mayor déficit de nuestro sistema ciencia-empresa –sociedad: la excesivamente baja capacidad de generar valor económico-social (plasmado en patentes, nuevos productos, servicios o procesos, nuevas empresas tecnológicas, innovaciones en empresas de sectores económicos maduros, etc.) a partir del conocimiento científico que producimos (fundamentalmente plasmado en publicaciones en revistas especializadas).

Fuente: UC3M
Derechos: Creative Commons
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