Juan Hermoso lo tuvo claro desde el principio. Hablar de patógenos no es cosa sencilla. Sin embargo, este investigador del Instituto de Química-Física Rocasolano (CSIC) ha conseguido llevarlo al cine. Su película, Mecanismos de infección y la virulencia de los neumococos, está dentro de la Sección Oficial a Concurso de la XXVI Bienal Internacional de Cine Científico, que se celebra esta semana en Ronda.
La neumonía o pulmonía es la patología asociada a los neumococos con mayor tasa de mortalidad en el mundo. De unos 3,5 millones de muertes relacionadas al año, un tercio son niños menores de cinco años. La Organización Mundial de la Salud (OMS) registra cada año alrededor de dos millones de muertes de niños por esta causa. La cifra es superior al número de defunciones infantiles que provoca el SIDA, la malaria y el sarampión juntos.
Debido al bajo presupuesto dedicado a su investigación, la neumonía es conocida como la "asesina olvidada". Para recordárnoslo y tomar conciencia de la importancia de investigarlo más, Juan Hermoso filmó con entusiasmo el proceso de infección del neumococo.
Tu película parece una cinta de acción, por la violencia de este patógeno…
Las bacterias llevan millones de años colonizando todos los nichos posibles de la Tierra. La supervivencia en muchos casos es difícil y la competencia con otras bacterias es muy dura. Desde hace años se sabía que las bacterias hacían "guerras químicas" entre ellas en su competición por el medio. Hoy sabemos además que el neumococo (un patógeno muy listo y uno de los más importantes) hace guerras fratricidas matando a sus congéneres para aumentar la virulencia de la infección.
Este sistema de fratricidio lo llevan a cabo los neumococos virulentos contra los no-virulentos. El fratricidio no sólo aumenta la virulencia de la infección debido a los agentes inflamatorios que liberan los neumococos destruidos, sino que además, permite a las bacterias asesinas incorporar el ADN de sus víctimas. Este fenómeno supone una poderosa vía para la propagación de la resistencia a los antibióticos, pues las bacterias más virulentas reciben información genética y adquieren las resistencias desarrolladas por sus congéneres.
¿Para qué sirve conocer la estructura de una proteína del neumococo?
Casi todas las funciones biológicas son realizadas por proteínas, y la función de cada proteína viene determinada por su estructura tridimensional. Por eso es tan importante conocerla: si sabemos cómo es su estructura podemos saber cómo funciona a nivel molecular, qué necesita para ello y también cómo podríamos bloquearla. En el caso de los patógenos como el neumococo, este conocimiento nos permite además diseñar fármacos específicos que bloqueen una proteína esencial para ellos.
¿Qué papel desempeñan las nuevas tecnologías en estos hallazgos?
La determinación estructural de las proteínas no es trivial, son demasiado pequeñas para que podamos verlas en un microscopio. Para saber cómo es su estructura tenemos que utilizar la técnica de cristalografía de rayos X. Del análisis de estos datos podemos determinar la estructura tridimensional única de esa proteína. Además de la cristalografía, el desarrollo de técnicas de biología molecular permite producir grandes cantidades de una proteína determinada, y que podamos analizar y modificar su mecanismo con una precisión enorme.
¿Cuáles son las claves de la infección bacteriana?
Eso es lo que queremos saber. Una gran cantidad de grupos internacionales de investigación le está dedicando mucho esfuerzo. De momento, vamos descubriendo algunas piezas sobre el delicado equilibrio entre las bacterias y los humanos, sus hospedadores. En el caso del neumococo sabemos que vive como comensal habitual (e inofensivo) sobre todo en niños de hasta cinco años. Sin embargo, en determinadas circunstancias pasa a un estado virulento y empieza a colonizar distintas partes del cuerpo humano, lo que provoca distintas enfermedades.
El miedo a la neumonía en el cine
No es la primera vez que en la historia del cine, en este caso de ciencia-ficción, se ocupa del poder de infección de los patógenos causantes de la neumonía. En 1976, George Pan Comatos dirigió a un reparto de lujo -Sofía Loren, Richard Harris, Ava Gadner, Burt Lancaster o Martin Sheen-, en El puente de Casandra para contar los intentos de supervivencia de los pasajeros atrapados en un tren afectado por una cepa que producía una neumonía mortal. La cinta, plagada de escenas de aislamiento, cuarentena y lucha de los médicos contra el microorganismo, sufre una vuelta de tuerca cuando los mandos militares deciden que el patógeno no debe de ser conocido y todos sus portadores han de ser eliminados para no dejar evidencias de su existencia.
Sobreestimar la capacidad curativa de los antibióticos
Hoy en día la resistencia a antibióticos es un problema urgente en todo el mundo. Las bacterias son capaces en muy poco tiempo de desarrollar mecanismos para bloquear la acción de los antibióticos más comunes, incluso se han detectado bacterias inmunes a los más avanzados. La resistencia a los antibióticos ha aumentado en Europa. Entre el 40% y el 50% de las cepas de neumococo presentes en España son capaces de evadir la acción de la penicilina. Existe, además, un número creciente de cepas en todo el mundo que resisten la acción de varios antibióticos a la vez, y se extiende rápidamente por todo el mundo.
En la mayoría de los países europeos, los antibióticos ocupan el segundo lugar en la lista de medicamentos más usados después de los analgésicos. La confianza en los antibióticos ha propiciado un excesivo y en muchos casos inapropiado uso de estos fármacos. Esta tendencia ha creado nuevos microorganismos resistentes a los antibióticos, lo que explica que muchos de los antiguos antibióticos ya no son eficaces ni fiables.
En los últimos años no se ha descubierto casi ninguna clase nueva de antibióticos eficaces contra las infecciones de bacterias. Conocer más los mecanismos moleculares de la patogénesis es esencial para el desarrollo de nuevas vacunas y terapias contra las infecciones bacterianas, en este sentido.