Cristina Rabadán, subdirectora de la Oficina de Salud Global del NHLBI

“Ha llegado el momento de globalizar la salud, la unión de los esfuerzos es el futuro”

Cristina Rabadán-Diehl (Madrid, 1962), subdirectora de la Oficina de Salud Global del Instituto de Corazón, Pulmón y Sangre de EE UU (NHLBI, por sus siglas en inglés), aparcó ayer su agenda frenética para asistir en Madrid a la jornada El paciente y su papel protagonista en la investigación con ensayos clínicos, organizada por la Plataforma Española de Ensayos Clínicos (CAIBER). Rabadán ha hablado con SINC sobre su lucha diaria para frenar las cifras de las enfermedades crónicas no transmisibles en los países en vías de desarrollo.

“Ha llegado el momento de globalizar la salud, la unión de los esfuerzos es el futuro”
Rabadán, a la entrada de la jornada organizada por CAIBER. Imagen: CAIBER

Las enfermedades crónicas no transmisibles, como la obesidad y la diabetes, se han convertido en una epidemia global. ¿Cuáles han sido las claves de este proceso?

Se trata de un proceso multifactorial que se ha ido generando a lo largo de décadas. Somos víctimas de nuestro éxito. Al mejorar cuestiones como la salud materno-infantil o las vacunas frente a enfermedades infecciosas, la población está envejeciendo y empieza a tener los problemas clásicos de las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT). Por otro lado, muchos casos ocurren por una mala alimentación y malos hábitos, como la falta de ejercicio físico. También es un problema de comportamiento, tenemos predilección a comer más alimentos altos en grasas y azúcares que comida sana.

Al pensar en los países en vías de desarrollo se suele hablar de enfermedades infecciosas, como la malaria o el dengue, y cuesta relacionarlos con las ECNT. Sin embargo, hacen estragos en ellos…

Estos países están pasando por la misma transición que pasamos nosotros durante la época de la industrialización, lo que ocurre es que esa transición epidemiológica está ocurriendo muy rápidamente, mientras que para los países desarrollados fue algo mucho más progresivo. Además, las mismas medicaciones que se están utilizando para combatir enfermedades infecciosas como el sida tienen efectos metabólicos, lo que les pone en riesgo de desarrollar otras patologías.

¿Cuáles son los datos de prevalencia de estas enfermedades en los países en vías de desarrollo?

Aproximadamente un 60% de la mortalidad global se debe a las ECNT, y el 80% de ese porcentaje ocurre en países en vías de desarrollo, lo cual es muchísimo. De hecho, en septiembre habrá un evento de Naciones Unidas en Nueva York (EE UU) donde todos los jefes de Estado discutirán durante dos días sobre qué hacer con las ECNT, específicamente, en los países en vías de desarrollo.

Usted es subdirectora de la Oficina de Salud Global del NHLBI, ¿cuáles son los objetivos de este proyecto?

Uno de ellos es capacitar profesionales de la salud que ayuden a afrontar esta epidemia que se les echa encima. Desgraciadamente, estos países no tienen capacitación para combatir las ECNT. Otro es crear investigación, pues este tipo de enfermedades en estas poblaciones se desarrollan con otros factores de riesgo. Esto abre un puente de colaboración entre estos países con las estructuras de los más desarrollados. Creo que ha llegado el momento de globalizar la salud, la unión de los esfuerzos entre países es el futuro en la investigación.

En países en vías de desarrollo, ¿qué papel desempeña la prevención?

Es clave para nosotros. Se ha visto que invertir en prevención resulta más rentable a largo plazo que invertir en paliar la enfermedad, lo que ocurre también en los países más ricos. Es lo que prevemos especialmente en las enfermedades cardiovasculares, donde se puede prevenir el 82% de ellas. El problema es que se necesita todavía mucha investigación porque no sabemos qué modelos de prevención son costo-efectivos en estas sociedades.

A todo esto hay que añadirle que estos países se ven más afectados por las catástrofes, como ocurrió en Haití…

Por supuesto, todas las medidas han de situarse en un contexto y es ahí donde la investigación desempeña un papel muy importante. No solo ha de tenerse en cuenta la biología de las poblaciones, sino también su entorno social, cultural, económico… De nada sirve que desarrollemos programas de implementación y que luego los traslademos a países como Haití, donde no van a funcionar porque no hay una estructura social que lo apoye.

¿Cómo ve el futuro de las enfermedades crónicas no transmisibles en estos países?

Debemos ser optimistas. La unión hace la fuerza y esta situación abre muchas posibilidades de colaboración y aprendizaje para todos los países, ya que nos está dando la oportunidad de trabajar conjuntamente para mejorar la salud global. Hay que tener muchas esperanzas.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
Artículos relacionados