La biopsia líquida es una de las grandes promesas en la lucha contra el cáncer, ya que en teoría permite detectar un tumor y sus características antes incluso de que aparezcan los síntomas. La técnica es muy similar a la que se usa para estudiar el ADN del feto en la sangre de la madre. Hablamos con Dennis Lo, padre de estas técnicas revolucionarias.
Tiene el aire pausado de quien ha aceptado lidiar con la práctica y la repetición. El patólogo Dennis Lo es un científico chino pionero en las técnicas más modernas de diagnóstico a través de la sangre. Fue el primero en demostrar, en 1997, la existencia de ADN del feto en la circulación de la madre, y desarrolló la técnica que ahora permite descartar el síndrome de Down con un simple análisis de sangre.
La idea genial la tuvo al leer dos artículos en que se demostraba que las células cancerígenas también pueden liberar ADN a la sangre. Como en un viaje de ida y vuelta, gran parte de su investigación se centra ahora en la llamada biopsia líquida, el novedoso concepto por el que se puede detectar un tumor y sus características en la sangre de los pacientes, incluso antes de que dé síntomas. Acaba de publicar un trabajo con más de 20.000 participantes en el que demuestra que se puede anticipar el diagnóstico de uno de los tumores más frecuentes en China, lo que abre la puerta a tratamientos más eficaces.
Dennis Lo pronunció la charla final de las jornadas Falling Walls, un evento anual de ciencia y tecnología celebrado en Berlín en el aniversario de la caída del muro. Hablamos con él justo antes de su presentación.
Usted fue el primero que consiguió identificar ADN del feto en la sangre de la madre. Por lo visto, la clave la tuvieron un par de trabajos que encontraban ADN de células tumorales en la sangre de los enfermos. Llevaba ocho años intentándolo sin éxito, pero apenas uno después ya lo había conseguido. ¿Qué sucedió?
¡En realidad tardé solo dos semanas! Buscábamos células, lo que es razonable, porque normalmente el ADN está dentro del núcleo de ellas. Pero estas son muy raras, solo una de cada millón de células que viajan en la sangre de la madre es del bebé. Cuando vi los dos artículos sobre ADN tumoral flotando fuera de las células pensé que probablemente el feto haría lo mismo.
Y ahora, la técnica que detecta la presencia de ADN fetal sirve como prueba para detectar el síndrome de Down en más de 90 países. ¿Qué papel tiene?
Se usa como un test de screening (cribado). Mi primera idea para desarrollar este test era hacer un screening más seguro. Con él es posible identificar a los bebés que no presentan las anomalías del síndrome de Down, y de esta manera solo hacer pruebas invasivas –como biopsias de la placenta, que tienen un cierto riesgo de aborto– en las embarazadas cuyo test resulte positivo.
Con el tiempo la técnica ha evolucionado. ¿Qué más análisis pueden realizar ahora mismo?
Empezamos analizando cromosomas enteros, como se hace para identificar el sexo o detectar el síndrome de Down. Después conseguimos estudiar variaciones en un solo gen, como sucede en enfermedades como la fibrosis quística o la talasemia. Y ahora puede hacerse incluso el genoma completo.
¿Pero cómo puede distinguirse el ADN del feto del de la madre?
Por el tamaño. Los fragmentos de ADN del feto son más cortos, de modo que la estadística nos permite estimar qué fragmentos pertenecen a uno o a otra –esto sucede también en el cáncer, a diferencia de las células sanas–.
¿Cree entonces que el estudio completo del genoma fetal será algo habitual?
Creo que tecnológicamente podría serlo, pero hay dos problemas. Uno es que todavía es demasiado caro; pero sobre todo es un problema ético. Una mujer embarazada ya tiene bastantes problemas por los que preocuparse. Si yo analizo el genoma completo y le digo que su hijo o hija tiene un riesgo elevado de desarrollar diabetes a los 40 años, la madre podría empezar a preocuparse innecesariamente.
Del ADN del feto ha pasado a la biopsia líquida en cáncer. Usted y su grupo acaban de publicar un trabajo realizado en China sobre la detección precoz de un tipo de tumor. La biopsia líquida encierra muchas promesas, y una es detectar el cáncer antes de que dé síntomas. Pero eso también tiene riesgos, como caer en un posible sobrediagnóstico. ¿Cuál es su opinión?
Es una cuestión que se debe debatir. Nosotros acabamos de publicar un estudio sobre la detección de cáncer nasofaríngeo, que es muy habitual en China. Queríamos saber si la técnica es lo suficientemente buena como para salvar vidas. Ahora esperamos que esté disponible para los médicos en 2018. Este es el primer paso, con el que demostramos que puede ser útil. Pero nosotros lo hicimos en el sur de China, una zona donde es endémico. Tendremos que hacer lo mismo en otros tipos de cáncer; por ejemplo, el de pulmón en grandes fumadores, y combinar esta técnica con los TAC de última generación, que por sí solos no son tan fiables como se desearía. Los estudios a largo plazo, a cinco años, nos darán su verdadero valor.
En su estudio detectaban hasta 500 mutaciones...
Sí. En este caso, cada célula cancerígena tiene unas 50 copias de un virus llamado Epstein Barr, y cada una de ellas contiene diez repeticiones del marcador que buscábamos, así que estábamos buscando algo que se repite 500 veces. Lo consideramos ‘el número mágico’.
Entonces, en este caso resultaba más sencillo que para otros tipos de cáncer no causados por virus, ¿no?
Sí, pero lo que hemos visto es que necesitamos llegar a ese número mágico. Si en cualquier otro tipo de cáncer podemos llegar a identificar esas 500 dianas, seremos capaces de detectarlo también. Estoy seguro de que podremos encontrarlos para la mayor parte de los tumores.
Ahora mismo, la única técnica de biopsia líquida aprobada se utiliza para detectar una mutación en cáncer de pulmón, cuando no puede hacerse la biopsia convencional. En caso de estar presente, puede elegirse un tratamiento particular. ¿Cree que serán útiles también para vigilar las recaídas? Hay quien dice que, una vez que el cáncer vuelve a aparecer, adelantar unos meses el nuevo tratamiento no tiene por qué mejorar la supervivencia.
Solo podremos saber la respuesta a esa pregunta estudiando cáncer por cáncer. En nuestro caso sobre el cáncer nasofaríngeo sabemos que, después del tratamiento estándar, si el nivel de alteraciones que encontramos en el paciente es cero, el pronóstico es muy bueno. Si sube de cierto nivel, entonces la esperanza baja al 50%. Ese es el dato que podemos usar para preguntarnos: ¿podemos añadir algún tratamiento adicional?
¿Cómo ve el futuro? ¿Cree que se harán de forma regular en la atención del paciente con cáncer?
Sí, creo que serán una parte central, pero no creo que sustituyan a las biopsias tradicionales. Creo que son complementarias.
¿Está justificada entonces la esperanza?
Sí, aunque no se podrá usar en todos los casos. Como sucede con el ADN fetal, hay personas que, por alguna razón que no conocemos, no lo liberan a la sangre. En cualquier caso: no será la panacea, pero sí una herramienta muy poderosa.