Esta joven científica venezolana acaba de ser galardonada con el Premio Princesa de Girona por su proyecto de reciclado de baterías de litio, un trabajo que compagina con el activismo medioambiental en colegios y asociaciones de América Latina.
Yarivith Carolina González (Barquisimeto, Venezuela, 1988) es licenciada en la especialidad de química, Magister en ciencias ambientales, así como en Educación, Ambiente y Desarrollo Sostenible. Actualmente, está finalizando su Doctorado en Química en la Universidad de San Luis, Argentina (UNSL), gracias a una beca del CONICET.
Siempre tuvo curiosidad por la ciencia: "Desde pequeña me fascinaron los laboratorios", cuenta a SINC en esta entrevista. En la UNSL ha encontrado su segundo hogar. Aquí investiga ahora nuevas metodologías para el reciclaje del litio recuperado de las baterías electroquímicas.
Por sus avances en el grupo de investigación de Metalurgia Extractiva de la UNSL, en colaboración con el Instituto de Tecnología Química de Argentina y por su contribución a la promoción de la educación ambiental y la ciencia en escuelas de América Latina, ha sido distinguida con el Premio Princesa de Girona Internacional 2024.
¿En qué en qué consiste el proyecto por el cual has sido galardonada?
Este premio se lo debo a las dos variantes de mi trabajo, la científico-académica y la labor social que vengo haciendo durante mucho tiempo en escuelas de Venezuela.
En cuanto a la científica, mi tesis se incorporó a una línea de investigación existente sobre el reciclado de metales que provienen de fuentes no renovables.
Mi investigación se desarrolla en torno al reciclado del litio que proviene de las baterías de móviles y vehículos eléctricos. Este metal, tan abundante en el triángulo del litio que conforman Bolivia, Argentina y Chile, causa un gran impacto ambiental tanto en su extracción como en su desecho.
Mediante procesos físico-químicos como la carboreducción o la carbocloración somos capaces de recuperar metales críticos de celdas electroquímicas.
La capacidad de generar un impacto positivo en la economía circular, la sostenibilidad y, por ende, el medioambiente de Latinoamérica es lo que realmente me enamora de mi investigación y por lo que me han concedido el premio.
Mediante procesos físico-químicos como la carboreducción o la carbocloración somos capaces de recuperar metales críticos de celdas electroquímicas
¿Y en cuanto a la variante social?
Mi carácter más ambientalista ha hecho que durante muchos años haya trabajado en diferentes ONG de Venezuela. Desde el voluntariado ambiental, de alguna manera, acercamos la ciencia a instituciones educativas, colegios y universidades desde un punto de vista más social.
Trato de involucrar a la comunidad, transcribiendo el lenguaje técnico de la ciencia a uno más inclusivo que todos y todas puedan entender. Es muy bonito ver como el sembrar este granito de arena marca la diferencia. Hoy en día, muchas de las comunidades con las que hemos trabajado están desarrollando por sí mismas innovaciones y nuevas metodologías de cuidado medioambiental.
En definitiva, el galardón no es solamente por hacer ciencia, sino también por la labor social y medioambiental. Como yo siempre digo: todos somos científicos porque la vida es un laboratorio y la ciencia es un servicio social que debe dar soluciones a los distintos desafíos que nos afectan hoy en día.
¿Cómo percibes la transferencia de la ciencia a la sociedad hoy en día?
Te diría que es el mayor reto de los investigadores. Por darte un ejemplo básico, la sociedad dice: vale, reciclar, pongo cada cosa en su lugar. Eso no es reciclar. Es necesario ir más allá y explicar cómo se clasifica cada residuo después de ser reciclado, que tratamiento sigue, que metodología estamos desarrollando y todo mediante un lenguaje que sea inclusivo.
Todos somos científicos porque la vida es un laboratorio y la ciencia es un servicio social que debe dar soluciones a los distintos desafíos que nos afectan
Así, el objetivo a corto plazo es hacer una ciencia que realmente invite a la sociedad a disminuir el consumo y cambiar las prácticas de consumo que, hoy en día, no son adecuadas. Y, para lograrlo, además de ciencia, también necesitamos activismo ambiental.
¿Cuáles son los mayores desafíos y oportunidades en la implementación de los métodos sostenibles que estáis desarrollando para el reciclaje de baterías de iones de litio a escala industrial?
En este sentido, estamos muy contentas porque muchas metodologías que optimizamos en el laboratorio se han logrado patentar, lo cual dice mucho de la transferencia de nuestra ciencia a la industria. Esto es consecuencia de un trabajo en equipo y quiero hacer una mención muy especial el doctor Jorge González y a la doctora Lucía Barbosa, los cuales me han formado, además del resto de mis colegas y compañeros del laboratorio.
Hoy en día conozco muchas empresas que están trabajando con el tema de reciclaje de este tipo de residuos. Sin embargo, la mayoría están asentadas en Europa y América del norte, porque en definitiva es allí donde están las grandes masas de vehículos eléctricos.
En Latinoamérica quizás estemos un pasito por detrás, pero el objetivo de mi investigación es que a medio plazo podamos disponer de una gran planta de reciclaje en América del Sur y contribuir a los objetivos de desarrollo sostenible y economía circular del continente.
Mi plan es que, a medio plazo, podamos disponer de una gran planta de reciclaje en América del Sur y contribuir a los objetivos de desarrollo sostenible y economía circular del continente
¿Cómo puede el reciclaje de baterías contribuir a estos objetivos en América Latina?
Pese a no tener el mismo volumen de coches eléctricos que Europa o EE UU, tenemos muchos residuos electrónicos, como pueden ser móviles u otro tipo de aparatos electrónicos que utilizan la misma batería compuesta por los mismos metales críticos.
Los elementos que componen estas baterías, el litio, el níquel o el cobalto necesitan de una minería invasiva. Al desarrollar métodos de reciclaje de estos elementos, no solo hacemos que el sistema de producción sea mas sostenible, sino que también disminuimos el impacto ambiental que causan los vertederos de equipos electrónicos.
La investigadora trabaja en la recuperación de metales críticos como el litio y el cobalto de baterías electroquímicas. / INTEQUI-UNSL
¿Qué significa para ti este galardón y como esperas que influya en tu carrera investigadora?
Mira, cada vez que recuerdo eso se me pone la piel de gallina. En ese momento, no lo esperaba porque soy consciente de que en el mundo hay muchos genios trabajando en el desarrollo de cohetes y tecnologías similares. Cuando recibí la noticia de que había sido seleccionado, me quedé completamente sorprendida, pensando: ¡Dios mío! ¿esto es real?
En aquel momento estaba transitando un momento profesional de dudas, no tenía muy claro hacia donde continuar. Supongo que es normal cuando finalizamos un proceso académico.
Cuando me dijeron que también me daban el premio por mi labor social, me estalló el corazón de alegría. Había valido la pena ser voluntaria e irme a las calles con los niños a disfrazarme de oso frontino o llenar mi casa de plástico para hacer talleres de reciclaje
¿Y qué valor le das a que te premiaran también por tu labor social?
Realmente, cuando me dicen que también me dan el premio porque reconocen mi labor social, me estalló el corazón de alegría. Dije: ha valido la pena ser voluntaria e irme a las calles con los niños a disfrazarme de oso frontino (Una especie de oso en peligro de extinción en Venezuela) o llenar mi casa de plástico para hacer talleres de reciclaje.
En América Latina existen muchísimas jóvenes ambientalistas y científicas que están desarrollando grandes proyectos y este galardón es una oportunidad que invita a soñar a las nuevas generaciones en rescatar los valores educativos del pensamiento crítico y objetivo.
Por eso, es maravilloso formar parte de las filas de la Fundación Princesa de Girona, a la cual estoy muy agradecida, al igual que a la Fundación Carolina y a la Organización Conecta Iberoamérica que han sido grandes organizaciones que me han respaldado en todo este proceso.
En América Latina existen muchísimas jóvenes ambientalistas y científicas que están desarrollando grandes proyectos. Este galardón es una oportunidad que invita a soñar a las nuevas generaciones
¿Qué aconsejarías a esas personas que quieren desarrollar su carrera investigadora hoy en día?
Existen infinidad de limitantes a la hora de desarrollar una carrera investigadora, pero yo les diría que nunca cierren la mente, que sean personas calmadas con la mente abierta a la hora de mirar el panorama. Pero, sobre todo, que sean resilientes.
En algún momento, me gustaría dar el salto a la parte de síntesis de nuevos materiales o investigar sobre otras químicas sostenibles
Y ya para finalizar, ¿Cómo planeas continuar con tu contribución al campo de la química ambiental y el desarrollo sostenible?
Desde mi posición continuaré haciendo todo lo que pueda hacer para dejar sembrada una semilla para que, en un futuro, mañana o dentro de un año, pueda decir: esto que pusiste tú aquí ha supuesto un cambio para alguien.
Aunque me gustaría seguir con la línea de reciclaje de metales porque me apasiona mucho, en algún momento, también querría dar el salto a la parte de síntesis de nuevos materiales o investigar sobre otras químicas sostenibles. No me cierro a cualquier invitación o propuesta porque creo que las colaboraciones entre grupos son muy importantes.