Los gigantes molinos de viento, que sitúan a España como el tercer país productor de energía eólica, se están convirtiendo también en una seria amenaza para las aves. Así lo confirma José Luis Tellería (Bilbao, 1952), catedrático de Zoología en la Universidad Complutense de Madrid, que propone la reubicación de los parques eólicos en zonas menos conflictivas.
¿Los parques eólicos son una amenaza para las aves en España?
Los parques eólicos pueden convertirse en un problema serio para aquellas especies que habitualmente pasan por los lugares donde hay grandes concentraciones de parques eólicos, en particular aquellas especies más raras, longevas, con tasas de reproducción muy bajas, y que hacen los viajes muchas veces a lo largo de su vida.
¿Qué aves están en una situación crítica por los aerogeneradores?
La Península Ibérica es un territorio estratégico en Europa, porque es la vía de paso a África para muchas aves migratorias. Desde Europa vuelan, en direcciones más o menos instintivas hacia el suroeste, arropando la Península. Cuando encuentran accidentes geográficos como las costas y las montañas, tienden a evitarlos. Por ejemplo los Pirineos las desvían hacia el oeste y hace que se concentren en las zonas de Navarra y País Vasco, donde hay unos flujos enormes de aves. Se dejan llevar por las laderas y los valles, hasta que cruzan determinados collados, justo donde se están instalando los parques eólicos. Los que somos críticos con los aerogeneradores no estamos en contra de la energía eólica ni de las renovables, pero hay que poner un particular cuidado en no situarlos en lugar de paso de las aves migratorias.
¿Cuál es la especie más amenazada?
Hay muy poca información sobre ese tema, pero podemos hablar de la cigüeña negra, ciertas aves de presa o las migratorias, como las grullas, que son escasas. En el caso de las migratorias el problema es la acumulación de impactos. Vuelan por muchos países donde pueden encontrarse con estas infraestructuras. Si en cada viaje se encuentran con estos problemas, puede convertirse en un problema serio. Hay una normativa europea que exige que cuando se hacen obras públicas se haga una evaluación estratégica.
Una de sus últimas investigaciones analiza la distribución geográfica de los parques eólicos y el solapamiento con los lugares que tienen más fauna. ¿Cuáles son las zonas más problemáticas en la Península Ibérica?
Los parques eólicos están instalados en las zonas más ventosas de España. En el estudio identifiqué cuatro sectores: noroeste (Galicia), norte (sistema ibérico septentrional como Burgos, Soria, Palencia, Navarra, País Vasco), sureste (Albacete) y sur (Tarifa). Desde este punto de vista, el norte es la zona que tiene más riqueza y diversidad de animales voladores como los murciélagos o ciertas aves. En esta zona se concentran los parques eólicos, instalados en las crestas de las montañas. El efecto de estas instalaciones es muy crítico porque se instalan en lugares valiosos por los recursos naturales que mantienen. Ahora el norte del sistema ibérico es la zona más sensible y crítica.
¿Se han cuantificado el número de aves que colisionan contra los molinos?
Hay estudios realizados pero son contradictorios porque el efecto de los parques eólicos depende de donde se encuentren. En la zona de Navarra, por ejemplo, hay entre 60 y 70 aves muertas por turbina y por año. Y hay miles de turbinas. El problema se acentúa en el caso de especies más singulares y raras. En cualquier caso, los controles no son fiables, porque son los propios promotores de parques eólicos quienes los hacen. La información debería estar contrastada por un grupo de investigadores independientes.
España apuesta por las energías renovables, entre ellas la eólica. ¿Existe un conflicto de intereses?
En España la evolución de la energía eólica es progresiva y enorme. En 2004 había 8.000 megavatios instalados; en 2007, 14.000, y para 2010 vamos a tener 20.000. Eso supone decenas de miles de aerogeneradores ubicados en sitios que, en muchas ocasiones, son valiosos por su conservación. Desgraciadamente, la legislación actual y en concreto un Real Decreto que se promulgó en 2008, permite la construcción de estas instalaciones, que son casi minas a cielo abierto con un impacto considerable en zonas protegidas. Pero no es incompatible una cosa con otra. Hay desajustes legislativos que preocupan a la gente interesada en conservar la naturaleza. Queda un camino por andar para ajustar estas disfunciones legales, porque no es lógico que se dedique un dinero a preservar a la naturaleza y que a la vez se promueva un modelo agresivo.
¿Pero entonces ya se están tomando medidas?
Respecto al dominio costero, que depende del Gobierno central, se ha hecho un estudio de evaluación de qué sitios son más interesantes o no desde el punto de vista de la conservación, y por lo tanto dónde no se van a dejar instalar esos parques eólicos marinos. Pero en el ámbito terrestre, está gestionado a escala de autonomías o provincial, y los permisos administrativos se dan con criterios poco coordinados. Por eso mis trabajos van dirigidos llamar la intención (no sólo a los científicos) para que el desarrollo de la energía eólica en España no se convierta en un ejemplo de mal hacer. Además tenemos la responsabilidad de ser uno de los países que estamos a la cabeza en la producción de energía eólica, junto a Alemania y Estados Unidos.
¿Qué solución propones?
Una evaluación ambiental estratégica podría evitar alterar aquellas zonas que se sabe que son importantes y tomar medidas particulares. Debería hacerse a escala europea y no sólo en España. Habría que solapar áreas ventosas, las zonas de desarrollo de este tipo de “minería” eólica con las zonas de más interés conservacionista. Hay que intentar hacer una conservación preventiva porque cualquiera de estas especies puede colisionar contra un molino cuando vuela a proximidad. El problema es evitar que eso se produzca y siempre se pueden quitar los parques eólicos mal instalados.