Los vuelos transoceánicos y los turnos de trabajo nocturnos aumentan la probabilidad de desarrollar diabetes en personas con predisposición a trastornos metabólicos de este tipo. Según un nuevo estudio, el desajuste del reloj biológico desestabiliza las células pancreáticas secretoras de insulina.
Las ojeras, la somnolencia y el mar humor son algunos de los síntomas provocados por un desajuste en el reloj biológico. Ahora, una nueva investigación relaciona el trastorno del ritmo circadiano con la segregación de la insulina y, por lo tanto, con el paso previo a la diabetes y la obesidad.
“Nuestros resultados muestran que las personas que trabajan en turnos de noche y tienen predisposición a la diabetes tienen más posibilidades de desarrollarla”, dice Orfeu M. Buxton, neurocientífico de la Escuela Médica de Harvard (EE UU), y líder de la investigación que publica Science Translational Medicine.
Durante seis semanas, 21 personas sanas participaron en este estudio de laboratorio a corto plazo. Los voluntarios durmieron 10 horas diarias durante las tres primeras semanas, pero luego su descanso se redujo a 5,6 horas de sueño cada 24 horas para simular las rotaciones en los turnos de trabajo. Además, en ese mes y medio no pudieron practicar ejercicio.
La alteración de los ciclos de vigilia-sueño afectó a las células pancreáticas secretoras de insulina, que produjeron un aumento de glucosa en sangre. Es decir, el paso previo a la diabetes.
También la masa corporal se vio afectada, ya que los participantes mostraron una caída de la tasa metabólica que se podría traducir en un aumento de peso anual de más de 4,5 kilos.
Recuperar horas de sueño
Los investigadores se sorprendieron al ver que al cabo de nueve días los efectos negativos en el organismo revertían si el reloj circadiano se reajustaba.
El asombro vino porque los científicos pensaban que la recuperación de la pérdida de sueño llevaba más de una noche, hasta un fin de semana. También creían que en el caso de los viajes transoceánicos la recuperación llevaba tantos días como horas de jet lag.
Los expertos aún no están seguros de cómo mejorar la salud después de años de interrupción circadiana, pero proponen reducir la frecuencia en los turnos de trabajo para minimizar sus consecuencias. En este sentido, los turnos de trabajo que cambian cada mes serían menos perjudiciales que los que lo hacen cada pocos días.
Aun así, los propios investigadores admiten que hacen falta más estudios que analicen la interacción entre el sueño, el ejercicio y la dieta.
Referencia bibliográfica:
Buxton, O.M.; Cain, S.W.; O’Connor, S.P.; Porter, J.H.; Duffy, J.F.; Wang, W.; Czeisler, C.A.; Shea, S.A. “Adverse metabolic consequences in humans of prolonged sleep restriction combined with circadian disruption”. Science Translational Medicine 4 (129): 2-11, 11 de abril de 2012.
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