Cuantifican por primera vez la capacidad de autoreparación del corazón infartado

Cuando el corazón sufre un daño, como puede ser un infarto, se ponen en marcha una cadena de procesos que conllevan la liberación de células madre al torrente sanguíneo con el objetivo de reparar el tejido cardíaco dañado. Un nuevo estudio apunta la importancia de conocer en qué enfermos es necesario implantar mayor número de células y cuál es el mejor momento para hacerlo.

Colonia de células madres estudiadas en esta investigación. Imagen: RECAVA.
Cuantifican por primera vez la capacidad de autoreparación del corazón infartado. Foto: RECAVA

Cuando el corazón sufre un daño, como puede ser un infarto, se ponen en marcha una cadena de procesos que conllevan la liberación de células madre al torrente sanguíneo con el objetivo de reparar el tejido cardíaco dañado. Un nuevo estudio apunta la importancia de conocer en qué enfermos es necesario implantar mayor número de células y cuál es el mejor momento para hacerlo.

Científicos de la Red de Investigación Cardiovascular (RECAVA), que pertenece al Instituto de Salud Carlos III, han medido por primera vez la relación entre el área cardíaca dañada y la cantidad de células madre que circulan por la sangre para reparar la zona lesionada.

El dato más sorprendente de este estudio, publicado en la Revista Española de Cardiología, es que el número de células madre en sangre es tres veces mayor en los pacientes que sólo presentaban una arteria dañada, frente a los que tenían dos o tres arterias afectadas.

“La lógica invitaría a pensar que cuanto mayor es el número de arterias lesionadas, mayor será la cantidad de células madre en sangre destinadas a reparar el corazón”, explica Manuel Jiménez Navarro, coordinador de este trabajo. “Sin embargo, esta investigación demuestra que no es así”.

La cuantificación ha podido realizarse gracias a una técnica llamada citometría de flujo, que permite cuantificar la cantidad de anticuerpos que rodean a las células madre en la sangre, aportando un indicador del número de células madre que circulan en la sangre.

Los investigadores también fueron capaces de cuantificar los mediadores, es decir, la cantidad de moléculas llamadas citoquinas que se liberan cuando una zona del corazón sufre un infarto. Dichas citoquinas actúan como señales que avisan a diferentes zonas del cuerpo, entre ellas la medula ósea, para que generen las células madre que deben reparar la zona infartada.

El trabajo de la RECAVA revela que los pacientes que han sufrido un infarto tienen mayor número de células madre circulantes en sangre que los pacientes libres de enfermedad, en una proporción de 14 a 1. También la cantidad de mediadores es mayor en los pacientes infartados respecto a las personas sanas, en una proporción de 8 a 1.

Los autores afirman que entre sus aplicaciones prácticas estaría conocer en qué enfermos con infarto es necesario implantar mayor número de células y cuál es el mejor momento para hacerlo (5-7 días post-infarto). Asimismo, apuntan que una de las moléculas que avisan del daño, el factor de crecimiento hepático, podría ser útil para reparar el tejido cardíaco lesionado.

El factor de crecimiento hepático podría ser útil para reparar el tejido cardíaco lesionado

Aumentar la capacidad de regeneración

La cardiopatía isquémica o desequilibrio entre el aporte y el consumo de sangre al músculo cardíaco es una importante causa de mortalidad en España con una tasa bruta de mortalidad de 114 por 100.000 varones y 82 por 100.000 mujeres.

Aunque la importancia de la prevención es conocida, el tratamiento en la fase aguda del infarto se basa actualmente en medicamentos y el implante de stents coronarios, es decir, dispositivos metálicos normalmente de acero o cromo-cobalto que se introducen en las arterias coronarias y actúan “apuntalando” la pared para evitar la oclusión o cierre brusco de la arteria.

Sin embargo, la investigación actual y los tratamientos de futuro parecen ir más en la línea de la medicina reparadora con células madre. Las células madre se generan en la médula ósea, son multipotentes y tienen la capacidad de dividirse y diferenciarse a distintos tejidos.

Diversos estímulos en los tejidos dañados pueden actuar como mensajeros y promover la producción de estas células y su liberación desde la médula ósea hasta la sangre para que lleguen a la zona infartada y la reparen. Pero la capacidad de reparación que tiene el cuerpo humano por sí mismo es insuficiente.

Referencia bibliográfica:

Coronary Disease Extension Determines Mobilization of Endothelial Progenitor Cells and Cytokines After a First Myocardial Infarction With ST Elevation / Rev Esp Cardiol. 2011;64 (12):1123–1129

Fuente: SINC
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