Un grupo de investigadores del Instituto de Agrobiotecnología —centro mixto de la Universidad Pública de Navarra, el CSIC y el Gobierno de Navarra— junto con investigadores de la Universidad Nacional y de la Universidad de Costa Rica están desarrollando nuevas vacunas frente a la brucelosis animal que podrían permitir la identificación de los animales que han sido vacunados contra dicha enfermedad.
El equipo de investigación dirigido por la doctora María Jesús Grilló Dolset, del grupo de Sanidad Animal del Instituto de Agrobiotecnología, está desarrollando nuevas vacunas vivas con las mismas propiedades que las vacunas clásicas, pero modificadas genéticamente para que expresen la proteína verde fluorescente GFP (S19-GFP y Rev1-GFP), y métodos de diagnóstico asociados que permitan diferenciar a los animales vacunados de aquellos que padecen infecciones por cepas de campo de Brucella.
Según señala la doctora María Jesús Grilló, un problema típico de las vacunas convencionales destinadas a ganadería, y basadas en microorganismos vivos atenuados, es que los animales vacunados desarrollan anticuerpos idénticos a los desarrollados en los animales infectados, ya que ambos (vacunados e infectados) han sido expuestos al patógeno.
“El problema que se deriva de ello tiene su importancia —explica—: en el caso de una infección no es posible distinguir, mediante un análisis serológico, los animales que han sido vacunados de los infectados por cepas de campo. Éste es uno de los obstáculos, no el único, que frena la aplicación de una vacunación general como norma preventiva, ya que obstaculiza la detección temprana de brotes infecciosos. De ahí el interés en desarrollar vacunas que permitan diferenciar a un animal infectado de un animal vacunado”.
La brucelosis es una enfermedad que afecta a numerosas especies animales y al hombre, siendo los rumiantes (ganado vacuno, ovino y caprino) la principal fuente de infección para el hombre. La brucelosis humana, conocida como “Fiebres de Malta”, es una de las principales zoonosis en numerosos países de todo el mundo, con incidencia más elevada en países en vías de desarrollo. Se puede contraer por contacto directo con los animales infectados o a través de alimentos contaminados, como leche o queso sin pasteurizar. Se trata de una enfermedad frente a la que no existen vacunas suficientemente seguras para el hombre y cuyo tratamiento precisa la combinación de altas dosis de antibióticos, durante períodos prolongados, con frecuentes recaídas. Por ello, la prevención de la brucelosis humana pasa necesariamente por el control de la infección en vacas, ovejas y cabras.
Hasta el momento, las vacunas vivas atenuadas B. abortus S19 (para ganado vacuno) y B. melitensis Rev1 (para ovino y caprino) son las únicas que han demostrado ser altamente eficaces para controlar y erradicar la brucelosis animal. Sin embargo, presentan el inconveniente de interferir en el diagnóstico de la infección.
Marcador fluorescente
Las investigaciones realizadas hasta el momento han permitido comprobar que la expresión de la proteína GFP (derivada de la medusa Aequorea victoria) no altera las propiedades biológicas de las vacunas clásicas de Brucella, permite identificar directamente las bacterias vacunales mediante iluminación ultravioleta o microscopía de fluorescencia, e induce en los animales vacunados una respuesta serológica específica anti-GFP, perfectamente distinguible de la inducida por Brucella o cualquier otro microorganismo. Además, los investigadores han diseñado dos tests de diagnóstico complementarios a las nuevas vacunas: un test serológico que permite detectar y cuantificar los anticuerpos anti-GFP en el suero de animales inmunizados con las nuevas vacunas —diferenciándolos de los infectados por cepas virulentas de Brucella, que podrían ser fuente de infección para el hombre— y un método de diagnóstico molecular para identificar inequívocamente las nuevas bacterias vacunales.
Tal como explican, la utilización de este sistema puede permitir “una aplicación eficaz de programas de saneamiento ganadero para el control y erradicación de la brucelosis animal basados en la vacunación”. El nuevo método consigue, por un lado, la inmunización eficaz frente a la brucelosis animal con cepas atenuadas, que poseen las mismas propiedades biológicas que las vacunas clásicas S19 y Rev1 y un marcador genético y antigénico (la proteína GFP); y por otro lado, la identificación tanto de las nuevas cepas vacunales S19-GFP y Rev1-GFP como de los animales que han sido vacunados con ellas.