Desde hace años se conoce en medicina que el abuso de alcohol puede llevar a la demencia. Los estudios de los últimos años en población general así lo confirman. Ahora una investigación con cerca de 5.000 personas mayores demuestra que, aunque el consumo moderado de alcohol sí es compatible con una buena función cognoscitiva, no protege de la demencia. Son las conclusiones del Proyecto ZARADEMP.
Un estudio realizado en Burdeos en la década de los '90 y algunos posteriores habían estimulado el interés de la Salud Pública al sugerir que un consumo moderado de alcohol podía prevenir el deterioro cognoscitivo y de la demencia. Como no todos los trabajos eran coincidentes y había problemas metodológicos, el asunto se abordó en el Proyecto ZARADEMP, con métodos mejorados en el proyecto.
El American Journal of Epidemiology publica en su último número los resultados del Proyecto ZARADEMP. En contraposición a algunos trabajos previos, esta investigación ha documentado que el riesgo de deterioro de facultades intelectivas y la demencia no disminuye entre los consumidores de cantidades moderadas de alcohol, vino principalmente. Sin embargo, el consumo moderado de alcohol es compatible con una buena función cognoscitiva, puesto que la gran mayoría de los consumidores no desarrolla deterioro intelectivo ni demencia.
La autora principal del trabajo, Elena Lobo Escolar del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Zaragoza y al Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, es investigadora adscrita del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) en el grupo de Antonio Lobo.
Una prueba con cuatro vasos de vino y dos cubatas
Para realizar el nuevo estudio, los investigadores del CIBERSAM utilizaron los criterios de la Organización Mundial de la Salud de consumo menor de 40 gr../día en varones y 24 gr./día en mujeres. 40 gr. de alcohol equivalen a 4 vasos de vino ó 4 cervezas (2 cubatas).
A partir de una muestra representativa de la población general de cerca de 5.000 personas mayores de 55 años entrevistadas en el estudio de base, se seleccionó a 3.888 individuos que tenían una buena función cognosticitiva (memoria, etc.) y que no padecían demencia. Los supervivientes fueron seguidos en “olas” de estudio durante un promedio de 4’5 años. Al término de este periodo, un 13’3% había desarrollado un deterioro cognoscitivo clínicamente significativo o una demencia.
Entre los varones, el 45’2% bebía vino con asiduidad, 33’9% eran abstemios y el 20’9% había dejado de beber. Las proporciones respectivas en las mujeres fueron muy distintas; el 86’1% se consideraron abstemias. El resultado fundamental surge tras el análisis estadístico multivariado, después de “controlar” distintos factores potencialmente “confusores” que podrían tergiversar los resultados (edad y sexo de los individuos, enfermedades médicas o psiquiátricas, medicación que tomaban, etc.).
Rompiendo mitos
Este estudio tiene ventajas metodológicas en relación a otros previos y los autores interpretan que hay un aspecto principal que puede explicar porqué en algunos trabajos se comunicó que el consumo moderado de alcohol es protector del deterioro cognoscitivo. Todos los estudios compararon el grupo de “bebedores” con un grupo control de “no bebedores”. Sin embargo, los trabajos previos incluían en el grupo de "no bebedores" tanto a las personas abstemias como a ex-bebedores, mientras que en el Proyecto ZARADEMP se estudiaron de modo independiente estos dos subgrupos.
Se sospechaba, y el estudio de Zaragoza lo confirma, que la gente ex-bebedora podía haber dejado el consumo por sentirse enferma (el fenómeno de los sick-quitters) y entre estos antiguos bebedores que se sienten enfermos existía ya, con toda probabilidad, un deterioro de funciones intelectivas. En el estudio de Zaragoza, si se incluye a ex-bebedores en el grupo control, el consumo de alcohol también parece que puede actuar como protector de la demencia, pero esto supondría un artefacto de la investigación.
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El Proyecto ZARADEMP está financiado por el Fondo de Investigación Sanitaria del Instituto de Salud Carlos III y la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. Estudia desde hace 15 años en Zaragoza el problema de las demencias, la depresión y la comorbilidad psíquica y somática o corporal en la población de mayores de 55 años.
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