Mientras España se ilumina para celebrar las festividades, la investigación académica y los nuevos mapas sociales revelan un problema social que los expertos definen como un “alambre que ahoga” y que en estas fechas actúa como un estresor biológico para millones de personas.
El uso de cannabis en menores, incluso esporádico, se asocia con un rendimiento escolar más bajo y un mayor malestar emocional, según un estudio en EE UU. Los expertos alertan de que los productos actuales son más potentes y pueden interferir en el desarrollo cerebral, lo que aumenta los riesgos para los jóvenes.
Tras analizar a un millón de personas con trastornos psiquiátricos, un estudio revela que muchos de ellos comparten características específicas en el ADN. Estos factores compartidos desempeñan un papel importante en las primeras etapas del desarrollo cerebral.
Un estudio muestra que desde la escalada de la guerra en octubre de 2023, la población mayor de 40 años que sufre niveles de angustia psicológica altos, incluyendo la depresión o la pérdida de sueño, es el triple que en 2020. Ya antes de la escalada, casi uno de cada cinco participantes cumplía los criterios de problemas graves de salud mental.
Un estudio realizado en Polonia sugiere que las dificultades para identificar y expresar las emociones, producto de una infancia compleja, intervienen años más tarde en la relación entre el tipo de apego y el síndrome de burnout parental, con diferencias entre madres y padres.
Una revisión de estudios sugiere que esta sustancia psicodélica podría tener efectos duraderos para tratar trastornos como el TOC y la dismorfia corporal. Los autores señalan que los prejuicios ante estas terapias dificultan la realización de ensayos clínicos.
Según un informe, la prevalencia de la depresión es hasta cinco veces mayor en las profesiones sanitarias que en la población general. Además, revela que el 3 % presenta signos de probable dependencia del alcohol y más del 10 % ha tenido pensamientos de suicidio o autolesión.
La creciente evidencia científica sobre la correlación entre sobreexposición a los entornos digitales y peor salud mental en menores llega en un contexto en que las cifras de uso de dispositivos móviles superan el 90 % a los 11 años. Varios expertos plantean la urgencia de pedir responsabilidades a las plataformas digitales que emplean diseños adictivos y no verifican la edad de sus usuarios.
Nuestro cerebro no solo registra lo que vemos, sino que organiza esa información en estructuras geométricas complejas. Esta capacidad, esencial para orientarnos y recordar, se basa en la actividad coordinada de distintas poblaciones neuronales que construyen mapas mentales dinámicos y precisos.
El análisis de más de 45 000 personas de Europa y EE UU revela que los niños diagnosticados a edades tempranas suelen mostrar problemas de interacción social desde la primera infancia. En cambio, cuando la detección es más tardía presentan mayor riesgo de depresión y otros trastornos de salud mental.