Más frecuencia cardíaca y menos variable se asocia a más vulnerabilidad ante la depresión. El equipo de investigación de este estudio, liderado por el área de salud mental del Centro de Investigación Biomédica en Red, empleó esta tecnología para rastrear la evolución de la enfermedad durante dos años.
Aunque de momento se trata de un estudio piloto con cuatro pacientes, investigadores del centro Clínic Barcelona-IDIBAPS han comprobado que esta técnica puede ser una alternativa segura y eficaz para los casos complejos de esquizofrenia y trastorno bipolar que no responden a las terapias.
El uso abusivo de las redes sociales —sobre todo entre los más jóvenes—, la autoexigencia personal o la falta de estrategias para afrontar el estrés, son algunos de los factores que pueden desembocar en una depresión. El psiquiatra José M. Montes advierte de la necesidad de mejorar el acceso al tratamiento de esta enfermedad, cada vez más prevalente.
Investigadores de EE UU han hallado una correlación entre este trastorno psiquiátrico y un tipo de mutación genética no heredada que se produce en una fase temprana del desarrollo embrionario. El estudio abre la puerta a investigar si otros desórdenes podrían estar regulados por este tipo de mutaciones.
Entender la genética de este trastorno y la asociación con otras patologías ayudará a prevenir y diagnosticar precozmente a los y las pacientes y facilitará la investigación de nuevas terapias dirigidas.
Día Mundial de la Salud Mental. / Curro Oñate
A lo largo de la historia a las mujeres se les han sobrediagnosticado dolencias y síndromes ya descartados, principalmente psiquiátricos, desde la histeria a la ninfomanía. Este retrato distorsionado, que vivió una edad de oro en el siglo XIX, se ha cuestionado en las últimas décadas por la comunidad investigadora.
En comparación con la población general, las personas con patologías mentales graves, incluida la esquizofrenia, presentan mayores niveles de mortalidad relacionada con el sistema cardiovascular. Además, la asociación se ha reforzado en las últimas décadas, según un metanálisis realizado por un equipo internacional de expertos.
La gravedad de estos síntomas está relacionada con el nivel de fatiga y las manifestaciones neurológicas, como mareos y dolor de cabeza, experimentados durante la fase inicial de la enfermedad. Muchos pacientes exponen sus dificultades para conseguir que los profesionales médicos se tomen en serio estas señales.
Un nuevo estudio ha analizado durante 16 meses la prevalencia de los síntomas de depresión, ansiedad, angustia relacionada con el SARS-CoV-2 y mala calidad del sueño entre las personas con y sin diagnóstico de la infección. Los resultados indican que las personas que permanecieron en cama durante siete días o más tienen un mayor riesgo de experimentar trastornos de salud mental.