La escuela es un entorno en el que tienen lugar intensas relaciones interpersonales, en unos casos muy amigables y de colaboración y en otros de tipo conflictivo, con manifestaciones de violencia, indisciplina o falta de respeto. Alberto Acosta de la Universidad de Granada ha dirigido un proyecto de investigación en el que relaciona los recursos de control cognitivo y emocional con las estrategias que utiliza el alumnado de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y el profesorado para solucionar los problemas interpersonales.
Los análisis preliminares del proyecto, denominado Convivencia y Resolución de conflictos en el ámbito escolar: control y autorregulación emocional desde la neurociencia cognitiva, y calificado de Excelencia por la Consejería de Economía, muestran “un importante poder predictivo de los recursos de control cognitivo sobre la autorregulación emocional y sobre el desempeño social”, explica Acosta.
La investigación partió de la premisa de que “los niños con mayor atención y que controlan mejor sus emociones son los que abordan los conflictos de manera más positiva, los que suelen resolverlos de manera cooperativa o negociada”. “En general, hemos obtenido datos que pueden utilizarse para confirmar la hipótesis. No obstante, necesitamos progresar para comprobar esta evidencia, no sólo en medidas de cuestionario, sino también en evaluaciones comportamentales”, asegura.
Corroborada la hipótesis y a falta de las últimas comprobaciones, el objetivo final del proyecto de investigación es hacer intervenciones en los Institutos de Educación Secundaria para entrenar y mejorar las habilidades cognitivas y socio-emocionales de los alumnos, potenciar las salidas constructivas a los conflictos interpersonales y mejorar así la convivencia en el centro escolar. Es lo que el profesor Acosta llama “educación socio-emocional”.
En cuatro institutos de Granada
El trabajo se está haciendo en cuatro institutos de Granada, probando actividades en sesiones de tutoría y formando a los tutores para que desarrollen las actividades. Para el Dr. Acosta “lo más difícil es elaborar actividades vivas, que enganchen a los alumnos, que les llenen. Por eso intentamos usar recursos multimedia”. De hecho, el producto final será un CD con actividades para tutorías que sirva a los profesores de recurso en la educación para la convivencia.
Durante las actividades, ponen a los alumnos en situaciones en la que tienen que identificar qué sienten ellos o qué sienten los demás. En otros casos, “intentamos ensanchar su semántica de las emociones (por ejemplo, diferenciar la culpa de la vergüenza). Es un modo de ampliar recursos para luego gestionar los sentimientos de forma adecuada”.
“Los alumnos con buenos recursos de control y flexibilidad atencional ayudan más a sus compañeros, son más preferidos por ellos y suelen transgredir menos las normas de disciplina, favoreciendo la convivencia pacífica. Los alumnos eligen a otros compañeros que tienen buenos elementos de control y reinterpretación de lo que está aconteciendo en una situación”, añade el profesor. Además, también han observado que las destrezas socio-emocionales de los estudiantes no están especialmente relacionadas con su nivel socio-económico.