El análisis genético de los Borbones prueba que los restos atribuidos a Enrique IV y Luis XVI no son suyos

Los análisis de las muestras de ADN de tres parientes vivos de la Casa de Borbón revelan que los restos anteriormente atribuidos a Enrique IV y Luis XVI de Francia no pertenecerían a estos reyes. La investigación, publicada en el European Journal of Human Genetics, pone de relieve la importancia de la secuenciación del ADN de familiares vivos para proporcionar una identificación genética exacta de los restos históricos.

El análisis genético de los Borbones prueba que los restos atribuidos a Enrique IV y Luis XVI no son suyos
Estatua ecuestre de Enrique IV (París). / Maarten Larmuseau.

En enero de este año se publicó un estudio científico que atribuía a Enrique IV una cabeza momificada, y confirmaba su parentesco con el monarca Luis XVI, a través de los restos de sangre de este último encontrados en un pañuelo dentro de una calabaza seca, con inscripciones que hacían referencia a que portaba dicha sangre real. Ambas reliquias fueron halladas dentro de colecciones privadas y actualmente se encuentran en París.

Enrique IV de Francia fue el primer monarca de la Casa Borbón en este país y murió asesinado en 1610 por François Ravaillac, un católico fanático. Su sucesor Luis XVI murió en la guillotina durante la Revolución Francesa acusado de traición y, según las crónicas históricas, varios hombres mojaron sus pañuelos en la sangre del monarca para conservar un recuerdo del momento histórico. El parentesco entre ambos estaba en duda porque se había extendido la creencia de que el rey guillotinado no era hijo de Luis XIII, sino del cardenal Mazarino.

Con el fin de validar la polémica identificación de los restos, que aparecían publicados en la revista Forensic Science International y que confirmaban que eran familia por su perfil genético, científicos de varias instituciones belgas, con la colaboración del historiador francés Philippe Delorme, recogieron muestras de ADN de tres descendentes masculinos vivos de los reyes.

“Podemos afirmar de forma categórica que no son los restos de los monarcas. Según nuestros resultados ambas reliquias no están relacionadas”, declara a SINC, Jean-Jacques Cassiman de la Universidad Católica de Leuven (Bélgica) y coautor del estudio que publica el European Journal of Human Genetics y que contradice, por tanto, los resultados anteriores.

El estudio previo se basaba en un análisis del cromosoma Y de las muestras de sangre y de la cabeza momificada. El linaje de cromosoma Y encontrado era extremadamente raro en las poblaciones actuales, y como Enrique IV fue el primer monarca de la actual Casa de Borbón, todos los hombres de dicha casa deberían tener el mismo cromosoma Y.

La realización de la identificación genética de los presuntos restos de una figura histórica sigue siendo un reto debido a que el ADN dentro de las muestras aparece a menudo degradada y la contaminación puede enmascarar el ADN de la persona original.

Los análisis indican que no existe relación paterna entre los donantes de ADN vivos y la muestra de sangre o la supuesta cabeza de Enrique IV

Los autores del nuevo estudio combinaron estos restos con los árboles genealógicos de los miembros vivos de la Casa de Borbón para reconstruir una variante del cromosoma Y más precisa de la dinastía masculina de los Borbones.

“Aunque los efectos de la contaminación no se pueden descartar por completo, los análisis indican que no existe relación paterna entre los donantes de ADN vivos y la muestra de sangre atribuida a Luis XVI o la supuesta cabeza de Enrique IV”, aseguran los científicos belgas.

Los investigadores sugieren que se podría hacer una validación adicional de la muestra de sangre de Luis XVI con un análisis del cromosoma Y del corazón ya identificado de su hijo Luis XVII.

Fisuras en el estudio anterior

El estudio previo, que contó con la participación del investigador Carles Lalueza Fox, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), concluía que sí había relación y que se trataba de los monarcas.

Se compararon las dos muestras que se conservan y se llegó a la conclusión de que estaban relacionados por línea paterna con una gran probabilidad, debido a compartir un raro linaje en el cromosoma Y. También porque existían evidencias (historiográficas, morfológicas, forenses, etc.) de que podía tratarse de restos de ambos reyes.

Un estudio previo, que contó con participación del CSIC, concluía que sí había relación y que se trataba de esos reyes

Sin embargo, las pruebas genéticas no lo apoyaban directamente porque no se había contrastado con ningún pariente vivo con quien comparar.

“El análisis de tres varones de dos líneas de la Casa de los Borbones muestran un cromosoma Y que no coincide con el nuestro. Ahora mismo creo que hay que buscar una explicación científica a esta discrepancia, pero no estoy seguro de donde se encuentra. Podría ser que los restos que estudiamos no fueran de estos reyes, o podría ser que las genealogías actuales sean más inciertas de lo que realmente estamos dispuestos a admitir”, explica a SINC Lalueza Fox.

Según el científico, el siguiente paso sería obtener más muestras de otros Borbones, actuales y pasados, y analizarlos genéticamente. Si más ramas de la familia mostraran un cromosoma Y coherente entre ellas, habría que concluir que las muestras analizadas no eran de quien pensaban que eran, “habría que encontrar todavía un propietario, por así decirlo”, argumenta.

Este estudio recuperó el genoma completo de la muestra de sangre que hasta ahora se atribuía a Luis XVI, pero nuevamente al no disponer de ningún familiar estrechamente cercano –y por tanto contemporáneo al rey–, este genoma no les servirá para una identificación individual.

Referencia bibliográfica:

Maarten HD Larmuseau, Philippe Delorme, Patrick Germain, Nancy Vanderheyden, Anja Gilissen, Anneleen Van Geystelen, Jean-Jacques Cassiman y Ronny Decorte “Genetic genealogy reveals true Y haplogroup of House of Bourbon contradicting recent identification of the presumed remains of two French Kings”, European Journal of Human Genetics1–7, 9 de octubre de 2013. DOI 10.1038/ejhg.2013.211.

Fuente: SINC
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