Han pasado doscientos años desde que los vecinos del municipio burgalés de Berlangas de Roa contemplaron con estupor cómo un meteorito caía en mitad del campo. El fragmento sorprendió incluso a las tropas francesas que se encontraban en el lugar, obligándolas a cambiar su marcha. Para conmemorar este acontecimiento, el Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) celebra un simposio sobre meteoritos en Burgos.
El 8 de mayo de 1811, a las ocho de la tarde, una potente explosión, similar al disparo de un cañón, alteraba la tranquilidad de los labradores de Berlangas de Roa (Burgos). Un pequeño meteorito había atravesado la atmósfera y había caído en la carretera que unía Berlangas con Aranda de Duero, ante el temor y asombro de los agricultores, que nada sabían sobre rocas que caen del cielo. La casualidad quiso que, en ese momento, tropas de José Bonaparte se encontraran en los alrededores de la localidad.
“El meteorito alteró la marcha de los soldados franceses porque hace 200 años no sabían qué estaba pasando: si los españoles les estaban atacando con cañones, si era un suceso inesperado o incluso algo de brujería”, explica a SINC Jesús Martínez Frías, experto en Meteoritos y Geología Planetaria e Investigador del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC).
Fue el general francés Dorsenne el encargado de reconstruir los hechos y de enviar varios fragmentos de este objeto, denominado Berlanguillas, al Museo Nacional de Historia Natural de París, donde se encuentran en la actualidad. El más grande pesa 1,2 kilogramos.
Coincidiendo con el 200º aniversario del fenómeno, el Centro de Astrobiología celebra este viernes en Burgos el simposio Meteoritos: Importancia en el origen y evolución de la Tierra y la Vida, en el que intervendrán diferencias especialistas y se proyectará un vídeo documental.
Una prueba del espacio exterior
“Vamos a recuperar la memoria histórica de la ciencia gracias a este acontecimiento tan singular, que aúna historia e investigación puntera”, afirma el astrónomo. Se da la circunstancia de que ocho años antes de la caída del meteorito, en una época en la que se creía que solo los planetas y el Sol ocupaban el universo, el astrónomo Jean Baptiste Biot demostró que los fragmentos caían desde el espacio.
Francia estaba en ese momento a la vanguardia de la ciencia y, por ese motivo, el fragmento se llevó al Museo Nacional de Historia Natural de París. 200 años después, en España existe la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad (de 2007) que considera parte del patrimonio ecológico los meteoritos caídos en España.
Con esta norma sobre la mesa, ¿debería volver a España Berlanguillas? Los expertos no quieren entrar en polémicas: consideran que el meteorito forma parte de la historia de Francia y allí debe permanecer.
“Hemos tenido plena colaboración con el Museo Nacional de Historia Natural de París para preparar el documental del simposio”, asegura Fernández Frías. “Yo no descartaría que en el futuro, si necesitáramos hacer algún tipo de exposición temporal, la muestra pudiera viajar a España, manteniendo por supuesto los requisitos de seguridad como toda pieza de museo”, sugiere.
Además de París, Roma alberga otro fragmento de Berlanguillas, en concreto el Observatorio Astronómico del Vaticano. Este centro cuenta con una extensa colección de meteoritos de todo el mundo y el conservador de las piezas también ayudó a los investigadores de INTA-CSIC a elaborar el documental.
Las mejores pistas sobre el origen de la Tierra
El meteorito que cayó en Berlangas de Roa es una condrita del tipo L6, baja en hierro y de pequeño tamaño, por lo que su impacto no generó grandes cráteres. “Las condritas son importantes porque tienen cóndrulos, esferas que se crearon al principio del sistema solar”, explica Matthieu Gounelle, investigador del Museo Nacional de Historia Natural de París.
Estos ejemplares son los meteoritos más primitivos e indiferenciados, lo que aumenta el interés desde el punto de vista científico. “Los minerales que los componen han sufrido menos perturbaciones y conservan las claves de cómo era la materia original que formó la tierra y a nosotros mismos”, afirma Fernández Frías.