Un nuevo estudio del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania muestra por qué las interacciones sexuales entre animales del mismo sexo son tan importantes en la familia de los bonobos, particularmente en las hembras. Estas, protagonistas del #Cienciaalobestia, permanecen más unidas después de haber mantenido relaciones sexuales entre ellas y refuerzan el apoyo mutuo.
En la naturaleza, la mayoría de las hembras adultas experimentan contactos genitales entre ellas. En concreto, las de bonobos (Pan paniscus) son muy estudiadas por su comportamiento sexual ya que son una de las pocas especies en las que todos los miembros adultos tienen relaciones sexuales habituales entre individuos del mismo sexo.
Ahora, una nueva investigación, publicada en la revista Science Direct, explica que estas ocurren con más frecuencia, sobre todo entre hembras, que las interacciones con bonobos del sexo opuesto. Además, estas relaciones pueden reforzar las relaciones sociales posteriores.
Existen varias teorías para explicar esta conducta sexual entre miembros del mismo sexo entre los bonobos. Podría ser, por ejemplo, una vía para reducir la tensión social, prevenir la agresiones o formar vínculos sociales. Sin embargo, ninguno de estos estudios puede explicar por qué tal comportamiento ocurre tan frecuentemente entre las hembras y no entre los machos.
Para llevar a cabo la investigación, se recogieron datos de comportamiento y hormonales durante más de un año en todos los miembros adultos de una comunidad de bonobos situados en el bosque de Lui Kotale, en la República Democrática del Congo.
Los científicos también reunieron muestras de orina para medir la oxitocina, hormona que se libera en el cuerpo después de las interacciones sociales amistosas –incluyendo el sexo– y que ayuda a promover la cooperación. Los resultados mostraron que las hembras preferían tener relaciones sexuales con otras hembras en lugar de con machos.
Aunque los expertos se centraron en estudiar las interacciones sexuales, también trataron de identificar qué parejas preferían los bonobos para otras actividades sociales, como dar apoyo en los conflictos. Así observaron que, después del sexo, las hembras a menudo permanecían más cerca unas de otras que las parejas de sexo mixto.
Además, las hembras experimentaron aumentos significativos en la oxitocina urinaria después de tener relaciones sexuales con otras hembras, pero no después de tenerlas con machos.
Por otra parte, entre las parejas del mismo sexo y los opuestos, los miembros que tenían relaciones sexuales con más frecuencia también se apoyaban más entre sí en los conflictos posteriores, pero la mayoría de estas coaliciones se formaban entre mujeres.
“Este comportamiento podría explicar por qué las hembras alcanzan altos rangos de dominio en la comunidad de bonobos”, explica Martin Surbeck, coautor del estudio e investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y de la Universidad de Harvard (EE UU).
“Nuestro estudio sugiere que tanto en humanos como en un pariente filogenético cercano, la evolución del comportamiento sexual del mismo sexo puede haber proporcionado nuevas vías para promover altos niveles de cooperación”, concluye la la coautora Liza Moscovice.