El Grupo Español de Mieloma ha demostrado, en un estudio que se publica hoy en la revista The New England Journal of Medicine, que el tratamiento precoz de pacientes con mieloma asintomático retarda el avance de la enfermedad y alarga la supervivencia. Los autores creen que esta investigación supone una mejora en el tratamiento actual.
El mieloma múltiple es la segunda neoplasia hematológica más frecuente. Pero existe una situación previa a la aparición de los síntomas propios de la enfermedad conocida como mieloma quiescente o asintomático.
En esta fase se ha centrado el ensayo clínico liderado por el Grupo Español de Mieloma (GEM-PETHEMA), que reúne a especialistas de más de 80 hospitales españoles. Las conclusiones se publican hoy en la revista médica The New England Journal of Medicine.
Así, tras llevar a cabo el estudio los investigadores observaron que el tratamiento precoz del mieloma asintomático de alto riesgo –el que posee una probabilidad del 40% de progresar a mieloma múltiple activo– puede mejorar de forma significativa la evolución de la enfermedad.
“La terapia precoz retrasa la progresión y aumenta significativamente la supervivencia de los pacientes”, explica Jesús San Miguel, jefe del Servicio de Hematología del Hospital Universitario de Salamanca. “Es más, el riesgo de avance de la enfermedad fue 5,6 veces menor en los pacientes que recibieron tratamiento”.
En el ensayo participaron 120 pacientes (procedentes de 19 centros de toda España) que fueron divididos en dos grupos: la mitad no recibió ninguna terapia hasta la aparición de síntomas –tal y como se abordaba hasta ahora esta fase de la enfermedad–; y la otra mitad recibió lenalidomida, un fármaco inmunomodulador nuevo que ha demostrado una alta eficacia en los enfermos con mieloma activo, junto con dexametasona, un corticoide.
Los resultados revelan un porcentaje elevado de respuesta al tratamiento en el grupo experimental, superior al 80%. Así, un 74% de los pacientes no tratados ya han progresado a mieloma activo mientras que solo lo han hecho un 22% de los pacientes que recibieron los fármacos.
Pero lo que destacan los investigadores es que esta terapia aumenta la supervivencia en los pacientes. “Un 94% de los que recibieron el tratamiento seguía vivo a los cinco años, frente al 78% del grupo que no fue tratado. Además, esta terapia presenta el atractivo adicional de que se administra por vía oral y presenta un excelente nivel de tolerancia”, detalla San Miguel.
La importancia de identificar los tipos de mieloma
Los expertos subrayan la necesidad de identificar, como un grupo diferente, a los pacientes con mieloma asintomático de alto riesgo de transformación en activo, así como la conveniencia de considerarlo como un mieloma sintomático en fase precoz.
Para los autores, la posibilidad de que un tratamiento precoz en esta fase pueda mejorar la evolución posterior del mieloma múltiple supone un cambio de paradigma en la práctica clínica habitual con pacientes que sufren este tipo de cáncer asintomático, dado que hasta ahora no se trataba si no presentaba síntomas.
“El mieloma solo se trataba cuando se desarrollaba, pero eso no pasa en otros tipos de cáncer aunque sean preliminares”, sostiene San Miguel. “De hecho, hasta ahora los ensayos clínicos que habían evaluado el tratamiento precoz frente al diferido no mostraban diferencias en cuanto a supervivencia”.
Sin embargo, tal y como apunta Victoria Mateos, primera autora del trabajo y compañera de San Miguel, “el riesgo de que estos pacientes se conviertan en sintomáticos no es bajo, un 10% anual, lo que significa que la mitad de los enfermos sufren la transformación de la enfermedad en un periodo de cinco años. Además el riesgo tampoco es uniforme, lo que se traduce en que hay diferentes tipos de pacientes con mieloma asintomático”.
Es un cáncer que tiene su origen en la médula ósea, donde proliferan de manera incontrolada células plasmáticas. Estas células plasmáticas producen de forma continuada el mismo anticuerpo (paraproteína) y en cantidades superiores a las habituales, pudiendo detectarse su presencia en la orina o en la sangre.
A medida que evoluciona el mieloma, se producen menos glóbulos rojos, menos plaquetas y menos glóbulos blancos. Como consecuencia, pueden aparecer la anemia, las hemorragias y las infecciones. Asimismo, las células plasmáticas del mieloma producen cantidades excesivas de anticuerpos que, al ser eliminados por el riñón, pueden acabar lesionando los túbulos del riñón y provocar insuficiencia renal.
También se secretan sustancias que alteran el equilibrio en el hueso entre su formación y destrucción a favor de la destrucción, pudiendo aparecer fracturas espontáneas o lesiones óseas que causan dolor.
La incidencia anual del mieloma múltiple es de aproximadamente 4 casos por 100.000 habitantes. No obstante, según afirma Jesús San Miguel, “en los últimos años han aparecido fármacos nuevos para su tratamiento, lo que ha contribuido a aumentar la esperanza de vida de forma notable: La supervivencia media se sitúa ahora entre los cinco y los siete años”.
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Referencia bibliográfica:
María-Victoria Mateos, Miguel-Teodoro Hernández, Pilar Giraldo, Javier de la Rubia, Felipe de Arriba, Lucía López Corral, Laura Rosiñol, Bruno Paiva, Luis Palomera, Joan Bargay, Albert Oriol, Felipe Prosper, Javier López, Eduardo Olavarría, Nuria Quintana, José-Luis García, Joan Bladé, Juan-José Lahuerta, Jesús-F. San Miguel. “Lenalidomide plus Dexamethasone for High-Risk Smoldering Multiple Myeloma”. The New England Journal of Medicine 369;5. 1 de agosto de 2013