La fabricación de un pantalón vaquero requiere entre 2.130 y 3.078 litros de agua, que se usa principalmente para cultivar el algodón. Así lo recoge un estudio de investigadores de la la Universidad Politécnica de Madrid con el apoyo de la Fundación Botín.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), con el apoyo de la Fundación Botín y su Observatorio del Agua, ha analizado el impacto que tiene la fabricación de los pantalones vaqueros sobre los recursos hídricos.
Los resultados revelan que se requieren entre 2.130 y 3.078 litros de agua para elaborar este producto, y que el consumo está principalmente determinado por el impacto hídrico de su materia prima, el algodón. Solo el cultivo de esta planta representa entre el 3% y el 4% del agua que se emplea en todo el mundo para cualquier uso.
Para realizar el estudio, los investigadores se han basado en datos extraídos de las cuencas andaluzas de los ríos Guadalquivir, Guadalete y Barbate, donde se registra la mayor parte de la producción algodonera en España.
El trabajo, que publica el Journal of Cleaner Production, pretende alertar sobre la necesidad de un consumo razonable de un bien escaso como es el agua y cuya gestión es de vital importancia en zonas de escasa pluviometría.
Los datos indican que el algodón consume de media en España 778 litros por kilo de fibra producida, de los cuales el 90% corresponde a agua de riego. Sin embargo, un modelo de producción más intensivo y con mejores rendimientos como el predominante en 2005 lo reducía a una media de 675 litros por kilo de fibra. En 2009, con una producción con muchos menores insumos y riegos, y consecuentemente menores rendimientos, la media de consumo aumentó a 1.171 litros.
Los autores de la investigación son Daniel Chico, Maite M. Aldaya y Alberto Garrido, catedrático de la E.T.S. de Ingenieros Agrónomos, director del Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (CEIGRAM-UPM) y subdirector del Observatorio del Agua.
Garrido afirma que el impacto de la moda vaquera sobre la producción de las fibras textiles ha supuesto un considerable aumento de las áreas de cultivo dedicadas al algodón, que se ha convertido en el más extendido. Anualmente se cultivan en el mundo unas 34.000.000 hectáreas de algodón.
“El que una producción comprometa o no los recursos hídricos vendrá dado por la gestión que se haga de los mismos y por las prioridades y riesgos que la sociedad esté dispuesta a asumir. No se puede atribuir a un solo sector la causa de la evolución positiva o negativa de un río o ecosistema”, afirma Garrido.
“Además –añade–, en el caso del sector textil, el uso de tintes y otros químicos (colas, oxidantes, estabilizantes, etcétera) lleva a que los efluentes de estas plantas tengan altas cargas contaminantes. Sin embargo, estos efluentes son tratados antes de ser vertidos. En los datos manejados en nuestro trabajo, los vertidos fueron siempre por debajo del límite que establece la administración municipal”.
Controles medioambientales
Los investigadores también recuerdan que no hay certificaciones específicas ni normativas respecto del uso del agua en la producción textil más allá de lo que tiene que ver con el cumplimiento de las autorizaciones de vertido. Esta ausencia contrasta con los estándares y certificaciones voluntarias que existen en relación al uso de productos químicos, como es el caso de Ökotex o Made in Green, que promueven textiles con menor impacto para la salud y el medioambiente.
No obstante, grandes marcas, tanto fabricantes como distribuidores, desarrollan y forman parte de plataformas que fomentan buenas prácticas entre los agricultores, especialmente pequeños productores de países en desarrollo. Un ejemplo es la plataforma Better Cotton Initiative. Otras, como Global Organic Textile Standard (GOTS ) o Naturland, lo que certifican es el uso de algodón orgánico.