Investigadores de la Universidad de Córdoba han descubierto que varias estatuas de la ciudad romana de Torreparedones, como las de los emperadores Augusto y Claudio, estuvieron pintadas con pigmentos amarillos, azules y rojos. Para detectar los colores se ha utilizado una técnica láser denominada microespectroscopía Raman.
A simple vista, las grandes estatuas romanas que llenan las calles de la capital italiana, los museos arqueológicos de media Europa y que siguen apareciendo en los yacimientos arqueológicos del antiguo Imperio Romano son de un blanco casi inmaculado. Los artistas renacentistas, como Miguel Ángel, las idolatraron e imitaron, pero olvidaron un detalle: las estatuas romanas no fueron blancas en su origen, estaban laboriosamente pintadas de vivos colores que ha ido desapareciendo con el tiempo.
Así lo han sospechado durante décadas los arqueólogos y lo demuestra ahora la ciencia. Uno de los últimos trabajos ha sido el publicado por investigadores de la Universidad de Córdoba (UCO) en el Instituto de Química Fina y Nanoquímica en la revista Microchemical Journal. Su estudio revela la existencia de pigmentos de amarillo, azul y rojo en tres grandes estatuas aparecidas en el yacimiento arqueológico de Torreparedones (Baena, Córdoba), cuyas excavaciones dirige el profesor Carlos Márquez.
Para sacar los colores a las esculturas, el equipo de la UCO, perteneciente al Departamento de Química Orgánica, ha recurrido a la microespectroscopía Raman, un técnica que implica irradiar la muestra con un láser y medir la luz dispersada. Correlacionando la longitud de onda de esta luz con diferentes enlaces químicos, se puede determinar la naturaleza del pigmento empleado en la pintura.
Vestimentas de Augusto, Claudio y Livia
Según detallan en el artículo, para conseguir conocer los colores concretos que adornaron las vestimentas de los emperadores Augusto y Claudio y la que posiblemente representara a Livia, esposa del primero de ellos, calibraron el espectrómetro de acuerdo con los materiales que se pensaba que eran utilizados para colorear este tipo de estatuas.
Tras someter las tres esculturas a este análisis, los investigadores concluyeron que los artistas de la Bética emplearon el oxihidróxido de hierro (goethita) para conseguir el amarillo, el óxido de hierro (hematites) para el rojo y el 'azul egipcio', un pigmento conocido desde la antigüedad sintetizado a base de arena silícea, calcita y cobre.
El virtuosismo de aquellos antiguos pintores de estatuas no se limitó a emplear los colores planos, sino que los mezclaron con carbonato y fosfato cálcico y sulfatos para matizarlos, logrando diferentes tonalidades y dotando a sus esculturas de una profundidad, que, si se hubieran conservado, probablemente hubieran impresionado como hizo todo su arte a los artistas renacentistas.
Referencia bibliográfica:
D. Cosano, L. Dara Mateos, C. Jiménez-Sanchidrián, J.R. Ruiz. "Identification by Raman microspectroscopy of pigments in seated statues found in the Torreparedones Roman archaeological site (Baena, Spain)". Microchemical Journal 130 (2017) 191-197.
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