La Unión Europea diseñó, en los años 90, una estrategia conjunta para detener la pérdida de biodiversidad antes de 2010, año declarado por las Naciones Unidas como el Año de la Biodiversidad. Por este motivo, se reúnen estos días en Barcelona investigadores europeos para preparar una gran evaluación ambiental en Europa que informará sobre cómo se han alcanzado sus objetivos, en qué medida esta estrategia ha funcionado y cuáles deben ser los pasos siguientes.
Como asegurar la conservación de la biodiversidad en Europa. Investigadores del continente europeo se reúnen en Barcelona entre el 8 y el 11 de marzo, en el marco del proyecto SCALES, para discutir cómo se pueden mitigar las amenazas que afectan a la biodiversidad en el viejo continente.
La sociedad actual reconoce, de manera amplia y unívoca, que la biodiversidad proporciona unos servicios que resultan básicos por su desarrollo. Este reconocimiento ha desembocado en el diseño y la implementación de esfuerzos encaminados a mitigar la pérdida de biodiversidad que han experimentado los sistemas naturales, de manera especialmente marcada, en los últimos decenios. Pero la complejidad de las relaciones ecológicas y de las realidades administrativas donde se aplican estas medidas, hace difícil su implementación.
El cambio climático, las especies invasoras o la transformación de los hábitats son procesos que, aunque afectan localmente a las especies y sus hábitats, tienen su raíz en decisiones que se toman a niveles administrativos superiores (nacionales, continentales o, incluso, globales).
El proyecto SCALES que agrupa una veintena de centros de investigación europeos, pretende mejorar la integración de los impactos previstos para cada una de estas amenazas en la biodiversidad, con los diferentes niveles administrativos en los que Europa ha organizado su política ambiental.
Este reto es ambicioso pero muy necesario, ya que sólo un reconocimiento de la necesidad de un mejor ajuste entre las escalas espaciales a las que actúan los procesos ecológicos y a las que lo hacen los instrumentos políticos y legales que los legislan, posibilitarán poder seguir gozando de los servicios ambientales que la riqueza natural proporciona a la sociedad.
El proyecto SCALES se reúne entre los días 8 y 11 de marzo en Barcelona el año 2010, año declarado por las Naciones Unidas como el Año de la Biodiversidad. La Unión Europea diseñó, en los años 90, una estrategia conjunta para detener la pérdida de biodiversidad antes de esta fecha, el año 2010.
En estos momentos se está preparando una gran evaluación ambiental europea que informará sobre como se han alcanzado sus objetivos, en qué medida esta estrategia ha funcionado y cuáles deben ser los pasos siguientes. El proyecto SCALES incidirá en esta previsión de futuro, con actuaciones concretas por parte de todos los actores del sector medioambiental, desde las pequeñas asociaciones locales hasta las administraciones nacionales.
A nivel catalán, los esfuerzos de centros de investigación como el Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CTFC), institución integrante del consorcio internacional del proyecto SCALES, y de las diferentes administraciones como el Departament de Medi Ambient i Habitatge, se empiezan a centrar en una mejor articulación de las prioridades de conservación.
Mediante la ejecución de proyectos de investigación y transferencia, los investigadores del CTFC desarrollan herramientas que permiten mejorar la identificación de los elementos donde se deben centrar los recursos adscritos a la conservación de la biodiversidad, con una perspectiva que tiene en cuenta, no sólo los espacios donde se aplica la gestión, sino los diferentes niveles administrativos nacionales y europeos que tienen competencias en política ambiental.
Esta mejor priorización de los objetivos de conservación, juntamente con la incorporación de criterios ambientales en políticas sectoriales, debe permitir gozar de manera sostenible de los servicios ambientales que provee la biodiversidad.
Estos choques son la principal causa de muerte de cetáceos. Un nuevo estudio ha cuantificado, por primera vez, los riesgos que afrontan cuatro especies amenazadas de estos gigantes oceánicos en zonas clave de navegación mundial.
La expedición internacional Biodiversidad Global de Calcificadores Planctónicos Marinos ha aportado nuevas evidencias sobre este fenómeno, un proceso relacionado con el cambio climático que implica la progresiva invasión de aguas atlánticas en el océano Ártico.
