En un estudio realizado con el equipo femenino del Athletic, investigadores de la Universidad del País Vasco analizan cómo cambia su cuerpo y su rendimiento durante la temporada. Los expertos han comprobado que jugar partidos oficiales es un impulso importante para mejorar el rendimiento físico.
Expertos de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) han medido los cambios que se producen en las mujeres como consecuencia de los entrenamientos y partidos a lo largo de una temporada.
Además de una tendencia a disminuir la grasa y aumentar la masa muscular, el rendimiento físico suele mejorar aunque no se producen cambios significativos. Sin embargo, se han detectado mejoras sustanciales en momentos puntuales y han comprobado que jugar partidos oficiales es un estímulo para optimizar el rendimiento físico.
Los investigadores trabajaron con 21 jugadoras del equipo femenino Athletic Club A y analizaron la relación que tiene su entrenamiento habitual (incluidos los partidos jugados) con las medidas antropométricas, los componentes corporales y el rendimiento físico, y con la evolución de dichas variables.
Para ello, a las jugadoras se les realizaron mediciones antropométricas y de rendimiento al comienzo y al final de la pretemporada, a mediados de temporada y al final de la misma. Además, en los periodos comprendidos entre dichas mediciones, se registró el volumen, en minutos, de todos los entrenamientos y partidos jugados, y se dividió dicho volumen en tipos de contenido.
A la luz de los datos obtenidos, Aduna Badiola, autora del estudio, ha identificado varias tendencias. En cuanto a las medidas antropométricas, se ve que a medida que avanza la temporada el porcentaje de grasa disminuye y la masa muscular aumenta. En el caso de la grasa, eso ocurre más en plena temporada.
En relación al rendimiento físico, excepto en la prueba de habilidad, Badiola ha detectado una tendencia a la mejoría, aunque, en general, no es muy significativa. “Es comprensible —dice Badiola—. Son ocho o nueve meses de competición, y se requiere estar en buena forma desde el inicio; no se puede esperar que el rendimiento de personas que compiten durante ocho meses mejore continuamente. Tienen que mantener un alto nivel físico durante toda la temporada. Durante las vacaciones también se cuidan, y es posible que mantengan su estado físico”.
Momentos de mejoría
En cualquier caso, la investigadora detectó algunas mejoras puntuales. Por ejemplo, en la prueba de saltos, los resultados mejoraron notablemente en pretemporada; la velocidad, en cambio, mejoró especialmente desde el final de pretemporada hasta mediados de temporada. “La potencia de las piernas se trabaja precisamente en pretemporada, y se podría pensar que eso influye en los saltos”.
Además, según Badiola, hay una relación directa entre los saltos y la velocidad: “las más rápidas son las que mayores saltos realizan. O las que más mejoran en saltos son las que más mejoran en velocidad. Es una relación que se ha mantenido durante toda la temporada, lo que demuestra que para correr rápido es importante la potencia de las piernas”. Así, los resultados sugieren que trabajar la potencia de las piernas en pretemporada mejora los saltos, y eso luego influye en la velocidad.
También existen contenidos de entrenamiento que influyen negativamente en la velocidad. Es el caso de los contenidos de táctica, que se trabajan, sobre todo, mediante juegos en espacios reducidos. “Es un aspecto a tener en cuenta. A pesar de que estos trabajos se realizan con mucha intensidad, parece que no hacen mejorar la velocidad, sino todo lo contrario”, señala Badiola.
Un aliciente oficial
La autora recalca la relación que tienen los partidos y varios contenidos de entrenamiento con la resistencia. Por ejemplo, trabajar la potencia aeróbica y la fuerza pueden mejorar la resistencia; y jugar partidos oficiales también. “Las que han jugado más minutos tienen mayor resistencia. Es posible que los partidos sean un estímulo necesario para mantener el nivel de resistencia”. Solo ocurre con partidos oficiales, “los amistosos no suponen tanto estímulo”.
A partir de los resultados, Badiola cree que los entrenamientos están bien planteados. “Hemos visto que el entrenamiento que realizan es beneficioso para ellas. El próximo paso sería analizar junto con los entrenadores qué es lo que conviene en qué momento. De cara al futuro, queremos medir, además del volumen de los contenidos de entrenamiento, la intensidad, aunque es muy difícil, y analizar en qué momento tenemos que trabajar qué, para conseguir el resultado deseado”.