Los gobiernos de todo el continente europeo han firmado hoy la Declaración de Parma en el último día de la V Conferencia Ministerial sobre Medio Ambiente y Salud celebrada en la ciudad italiana. En el documento los países se comprometen en establecer programas nacionales que proporcionen, entre otros, oportunidades igualitarias para cada niño. Pero durante los próximos diez años, la nueva línea de actuación será proteger la salud de los impactos del cambio climático. La próxima conferencia ministerial se celebrará 2016.
Las evidencias de que el cambio climático contribuye a aumentar la frecuencia de los desastres naturales, como las olas de calor, las inundaciones y la sequía, son cada vez más numerosas. Desde 1990, la base de datos internacional de desastres ha registrado más de 1.200 eventos naturales en el continente europeo, que han afectado a 48 millones de personas y han causado más de 112.000 muertes, y una pérdida económica de más de 241.000 millones de dólares.
Por ello, en La conferencia ministerial, que ha sido el primer encuentro de los ministros de salud y medio ambiente desde la Cumbre de Copenhague de diciembre de 2009, los gobiernos europeos han pedido integrar las cuestiones sanitarias en las medidas, políticas y estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático.
Sin embargo, esta conferencia “es más fácil que Copenhague porque estamos en un foro regional y es una declaración de intenciones aunque tratamos las mismas perspectivas. A nivel internacional, el tema del cambio climático es extremadamente más complejo”, ha apuntado a SINC Paz Valiente, subdirectora general de Impactos y Adaptación del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (MARM) durante la última jornada de la conferencia.
“El impacto del cambio climático en la salud es una nueva prioridad para la acción”, ha asegurado en rueda de prensa Zsuzsanna Jakab, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Europa. Pero la nueva declaración compromete además a los países a elaborar programas nacionales para proporcionar a las poblaciones un acceso seguro al agua, unas oportunidades para la actividad física y una dieta sana, una mejora de la calidad del aire, y un entorno libre de sustancias químicas.
Plan de acción para 2020
Según Valiente, nos enfrentamos realmente a la necesidad de un cambio de modelo, y es una revolución en términos culturales y económicos. Si en Copenhague se hubiera alcanzado un acuerdo vinculante, “nos bendeciríamos internacionalmente por fin del hecho de hacer el esfuerzo para mitigar el cambio climático”, añade a SINC la subdirectora española.
“Necesitamos radicalmente una nueva visión para las políticas europeas de salud con el objetivo de afrontar los mayores retos para la salud. Esta conferencia ha abierto un nuevo capítulo muy excitante en la forma en la que trabajan los gobiernos europeos sobre medio ambiente y salud, y ayuda a llevar estos asuntos a lo más alto de la agenda política”, ha explicado Jakab.
Los gobiernos han acordado así fortalecer los sistemas de vigilancia de calentamiento temprano y de preparación para los acontecimientos climáticos extremos y las enfermedades relacionadas.
“Una gran proporción de europeos sufren problemas de salud relacionados con las condiciones ambientales. Los grupos más vulnerables como los niños, las mujeres embarazadas y las personas desfavorecidas socialmente se ven particularmente afectados. La Comisión Europea cumplirá su parte”, ha subrayado John Dalli, comisario europeo para la Salud y el Consumo, que ha apuntado además que es necesario mantener las prioridades como las desigualdades y el cambio climático.
Según la ministra italiana de Medio Ambiente, Tierra y Mar, Stefania Prestigiacomo, “la Declaración de Parma es un paso importante para unir esfuerzos a nivel local, nacional e internacional”.
Cambio climático: los hechos
“La contaminación atmosférica, los cambios de temperatura, las olas de calor, los eventos extremos como la sequía prolongada tienen efectos sobre la salud muy evidentes. El asunto que preocupa en España –país de paso para aves y personas- es que el calentamiento del clima facilita las enfermedades que se transmiten por vectores que acceden a nuevas áreas y extienden enfermedades que se suponían controladas y erradicadas aquí”, ha asegurado Valiente. Indirectamente los impactos se aprecian en las cosechas y afectan también a la salud.
Según la OMS, las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado un 70% durante las últimas cuatro décadas. Incluso si las emisiones se detuvieran por completo ahora, las temperaturas aumentarían todavía 0,6ºC durante este siglo.
Además la vida de miles de personas estaría amenazada por los eventos climáticos más extremos. Más de 70.000 muertes se registraron en Europa en los países europeos durante la ola de calor de 2003. Pero la intensidad de las lluvias también ha aumentado en los últimos 50 años, y más del 20% de las poblaciones europeas viven en cuencas de ríos más propicias a inundaciones. Las inundaciones en zonas costeras afectarán a más de 1,6 millones de personas cada año en la Unión Europea.
El aumento de temperaturas y las precipitaciones harán que persistan enfermedades como la malaria en algunas zonas de Europa y centro de Asia. El cambio climático ralentizará los progresos hechos hasta la fecha para eliminar estas enfermedades: de 90.000 casos en 1995 a sólo 589 en 2008.