La epidemia de ébola en la República Democrática del Congo ha sido declarada emergencia de salud pública de preocupación internacional por la Organización Mundial de la Salud. Para los expertos de la institución, es necesario el esfuerzo común para poner fin al brote y construir un mejor sistema sanitario.
Desde hace meses, las cifras del ébola en la República Democrática del Congo (RDC) avanzan sin descanso. La mortalidad de esta epidemia –cepa Zaire, la más letal de todas– supera el 65 % y alcanza ya más de 1.600 fallecidos.
Debido a su gravedad, ayer Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró que el brote es una emergencia de salud pública de interés internacional.
“Necesitamos trabajar juntos en solidaridad con la RDC para poner fin a este brote y construir un mejor sistema de salud”, explicó Tedros. “Durante casi un año se ha realizado un trabajo extraordinario en las circunstancias más difíciles. Ahora debemos asumir una mayor parte de la carga”.
La declaración se produjo después de una reunión del Comité de Emergencia del Reglamento Sanitario Internacional para la enfermedad de Ebola en el país. La recomendación se produjo tras el primer caso confirmado en Goma –una ciudad de casi dos millones de personas en la frontera con Ruanda y la puerta de entrada al resto de la RDC y al mundo–.
Esta fue la cuarta reunión del Comité de Emergencia desde que se declaró el brote el 1 de agosto de 2018. En ella, se expresó su decepción por los retrasos en la financiación que han limitado la respuesta sanitaria.
También reforzaron la necesidad de proteger los medios de subsistencia de las personas más afectadas, manteniendo abiertas las rutas de transporte y las fronteras. “Es esencial evitar las consecuencias económicas punitivas de las restricciones a los viajes y al comercio de las comunidades afectadas”, afirma Robert Steffen, presidente del Comité de Emergencia.
Al recomendar la emergencia internacional, el comité hizo recomendaciones específicas. “Esta declaración no debe ser usada para estigmatizar o penalizar a las personas que más necesitan nuestra ayuda”, apuntó Tedros.
El ébola, causado por el virus del mismo nombre, es una de las patologías más mortíferas para el ser humano. En 2014, varios países de África occidental sufrieron una epidemia sin precedentes que se saldó con casi 30.000 infectados y más de 11.000 muertos.
Fue identificado por primera vez en 1976, a raíz de brotes simultáneos en los pueblos de Nzara (Sudán) y Yambuku (Zaire, actual República Democrática del Congo). Desde entonces se han registrado unos 30 brotes o epidemias, mayoritariamente en el continente africano, con una mortalidad superior al 90 % en sus cepas más letales.
El ébola no se transmite por el aire, sino que se produce por contacto con fluidos corporales. Por ello, tanto las familias como el personal sanitario son los más vulnerables. No existe un tratamiento específico contra el virus y hasta hace poco tampoco había vacuna.