El Comité Intergubernamental de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial se ha reunido hoy en Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos) para confirmar que 12 elementos del patrimonio cultural inmaterial de ocho países requieren medidas urgentes de salvaguardia.
Según la UNESCO 12 prácticas culturales evaluadas por expertos independientes y propuestas por Bielorrusia, China, Francia, Kenia, Letonia, Mali, Mongolia y Vietnam requieren un plan urgente para evitar su desaparición.
Entre estas manifestaciones se encuentran el cantu in paghjella, canto profano y litúrgico tradicional de Córcega y el canto ca trù, compleja de poesía cantada del norte del Vietnam. Asimismo, el rito de los Zares de Kalyady, festividad del año nuevo bielorruso, el sanké mon, rito de pesca colectiva en la laguna de Sanké (Mali), el espacio cultural de los suiti en Letonia y las tradiciones y prácticas vinculadas a los kayas en los bosques sagrados de los mijikendas también están incluidos en la lista.
En China están en peligro el diseño y las técnicas tradicionales de construcción de puentes con arcadas de madera, las técnicas textiles tradicionales del grupo étnico li de la provincia china de Hainan y la fiesta de Año Nuevo de los qiang, pueblo de la provincia china del Sichuan.
Mongolia también incluye en esta lista tres manifestaciones culturales en peligro: el biyelgee, danza popular tradicional mongola, el Tuuli mongol, epopeya considerada como una enciclopedia viva de las tradiciones orales mongolas y la música tradicional para tsuur ,que combina la interpretación instrumental con la vocal.
El Comité considera que la viablidad de las mismas corre peligro y espera que con la inscripción en esta lista, los estados correspondientes pondrán en marcha planes de salvaguardia específicos para asegurar su continuidad.
Los fragmentos de Teodomiro de Iria Flavia, cuya existencia fue cuestionada hasta la segunda mitad del siglo XX, han sido verificados por un equipo internacional usando tecnologías avanzadas como el carbono 14. Este hallazgo resuelve la controversia científica, aunque no pone fin al debate religioso o político.
El descubrimiento realizado durante la campaña de excavación en una casa lujosa cercana al anfiteatro de Mérida refuerza la hipótesis de que hace al menos 18 siglos la domus pudo haber funcionado como una hospedería, similar a este tipo de alojamientos de la época en Pompeya.
