El análisis de ADN de restos humanos de los primeros pobladores neolíticos de la Península Ibérica indica que la agricultura y la ganadería llegaron a la zona a partir de pequeños grupos de agricultores a principios del Neolítico.
La difusión de la agricultura y la agricultura en Europa ha sido un misterio que han intentado resolver diferentes disciplinas que van desde la arqueología hasta la genética. Se sabe que se extendió desde Próximo Oriente pero se desconoce si se trató de un fenómeno homogéneo y gradual o de diferentes difusiones independientes y arrítmicas.
Ahora, investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) han analizado restos de ADN de los primeros pobladores neolíticos de la Península Ibérica que indican que fueron pequeños grupos de agricultores los que llegaron a la zona y transmitieron la nueva cultura, mediante un movimiento poblacional conocido como colonización pionera.
Los restos humanos analizados en estos primeros yacimientos neolíticos (Can Sadurní y Sant Pau del Camp, en Barcelona y Chaves en Huesca) muestran grandes diferencias respecto a la población actual de esa región. Esto se debe a la presencia de variantes genéticas que actualmente no se encuentran en Europa pero sí en Próximo Oriente.
Estos datos, junto con la detección de rituales funerarios parecidos entre una de las muestras estudiadas y las tradiciones neolíticas próximo-orientales, apuntan a una conexión entre las regiones de los primeros pobladores neolíticos de la Península Ibérica y Oriente Próximo.
Los resultados, obtenidos mediante modelos computacionales, indican también que se produjeron grandes cambios en el tamaño de las poblaciones de los primeros neolíticos. Esto habría implicado la pérdida de determinadas variantes genéticas por azar, según el fenómeno conocido como deriva genética. Por esto, el rastro genético de estos primeros agricultores se perdió en la Península.
“En su conjunto este estudio multidisciplinar representa una contribución importante para la interpretación de los mecanismos de difusión del Neolítico en nuestra Península y resalta la importancia de la sinergia entre diferentes disciplinas para la comprensión de nuestro pasado”, explica Cristina Gamba, miembro del Laboratorio de Genética Forense y Genética de Poblaciones de la UCM y coautora del estudio publicado en la revista Molecular Ecology.
El desarrollo de la agricultura y la ganadería
Los paleontólogos coinciden en que la agricultura y la ganadería se desarrollaron en Próximo Oriente hace unos 10.000 años, en la región del Creciente Fértil, sustituyendo respectivamente la recolección y la caza. La adopción de estas prácticas supuso el desarrollo de una nueva cultura: el Neolítico.
La llegada y el desarrollo de la agricultura constituyeron una verdadera revolución ya que implicaron la producción de alimentos, la generación de excedentes y un crecimiento demográfico vertiginoso. Además, dejó de ser necesario moverse para buscar de alimentos. Todas estas condiciones favorables produjeron un incremento de la natalidad.
Sin embargo, existe un largo debate acerca de los mecanismos de difusión del Neolítico –y de la agricultura, como parte de las nuevas adopciones adquiridas con la llegada del mismo- en la Península Ibérica.
Desde la arqueología se han propuesto diferentes respuestas a lo largo de las últimas décadas que implican influencias norteafricanas o próximo-orientales. Esta última es la hipótesis más acreditada, aunque no se sabe hasta qué punto implicó un movimiento poblacional.
Para la Península Ibérica se han propuesto diferentes alternativas, esencialmente basadas en la llegada de colonizadores de Próximo Oriente a lo largo de las costas y en la adopción cultural por los pobladores paleolíticos previos en el interior.
Referencia Bibliográfica:
Gamba C, Fernández E, Tirado M, Deguilloux MF, Pemonge MH, Utrilla P, Edo M, Molist M, Rasteiro R, Chikhi L, Arroyo-Pardo E. “Ancient DNA from an Early Neolithic Iberian population supports a pioneer colonization by first farmers” Molecular Ecology, doi:10.1111/j.1365-294X.2011.05361.x