La asimetría y la testosterona afectan a la tendencia cooperativa de los hombres

Enrique Turiégano, del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, en colaboración con Santiago Sánchez-Pagés, de la Universidad de Edimburgo, han observado cómo la asimetría y los niveles de testosterona durante el desarrollo influyen en la capacidad de cooperar de un hombre en la edad adulta.

La asimetría y la testosterona afectan a la tendencia cooperativa de los hombres
A. Cara media de los 10 individuos que más tendieron a cooperar. B. Cara media de los 10 individuos que menos tendencia a cooperar mostraron.

La teoría de juegos es una rama de la matemática que estudia cómo los individuos tomamos decisiones en situaciones estratégicas, es decir, cuando los costes y los beneficios de una decisión no están fijados de antemano, sino que dependen de las elecciones que tomen otros participantes.

Un juego estratégico que se ha hecho muy popular (a raíz de aparecer en algunas películas) es el conocido como el “Dilema del Prisionero”. La situación que este juego plantea es semejante a la situación en que se encuentran dos cómplices de un delito a los que se interroga por separado. En ese caso aunque a ambos les convendría no inculparse, el hecho de poder ser inculpado por su compinche fomenta que ambos, finalmente, se inculpen el uno al otro. De modo que en vez de optar por cooperar y mantener su silencio, tienden a traicionarse. O eso, al menos, predice la Teoría de Juegos. Sin embargo en situaciones experimentales la realidad es que las personas tienden a cooperar más frecuentemente de lo que predice la teoría.

El grupo de investigación formado por Enrique Turiégano, de la Universidad Autónoma de Madrid, y Santiago Sánchez-Pagés, de la Universidad de Edimburgo, ha estudiado qué posibles características de la fisiología de los individuos influyen en que estos cooperen o no en el juego.

Por un lado, estos investigadores analizaron si la asimetría de los individuos afectaba a su tendencia a cooperar. La asimetría es una variable potencialmente interesante porque da cuenta de estabilidad en el desarrollo del individuo, dado que si el desarrollo se da sin interferencias ambos lados del cuerpo deberían ser idénticos. Es decir, la asimetría de los individuos está relacionada con su capacidad para resistir las posibles perturbaciones que puede causar el ambiente en su desarrollo. Este estudio ha constatado que los individuos más asimétricos tienden a ser más cooperativos, posiblemente porque su relativa fragilidad les hace tender a tener más comportamientos que fomenten el apoyo de sus congéneres.

Además de la asimetría también estudiaron si los niveles de testosterona que los individuos habían presentado durante su crecimiento (que se reflejan en variables como la masculinidad de la cara o la diferencia de tamaño entre los dedos índice y anular) o en el momento de realizar el experimento afectaban a su tendencia a cooperar. En general se suele asociar a altos niveles de testosterona conductas competitivas, o al menos conductas enfocadas a mejorar su estatus dentro de un grupo. Por tanto, los investigadores esperaban que los individuos que presentaban (o habían presentado) más testosterona cooperasen menos. Sin embargo, encontraron que los varones que habían presentado valores intermedios de testosterona durante las primeras etapas del desarrollo tendían más a cooperar, mientras que los que tuvieron valores relativamente altos o bajos fueron menos cooperativos.

El hecho de que la testosterona en el momento de realizar el experimento no tuviese un efecto indica que son los cambios que la testosterona produce en los primeros pasos del desarrollo del sistema nervioso los que influyen en este comportamiento.

Aunque estos efectos se han analizado sólo en situaciones experimentales en el laboratorio, los investigadores creen que estas variables también tienen influencia en como una persona se comporta en su día a día. Por supuesto, en ningún caso las variables fisiológicas determinan rigurosamente si las personas cooperan o no, aunque sí pueden dotarlas de cierta tendencia a adoptar uno u otro comportamiento.

Los resultados obtenidos de este estudio han sido publicados en Physiology & Behavior.

Fuente: Universidad Autónoma de Madrid (UCCUAM)
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