Un nuevo estudio publicado en The Lancet confirma los grandes daños a la salud causados por el cambio climático y revela las consecuencias permanentes del aumento de las temperaturas para los infantes nacidos en la actualidad si persiste la alarmante situación presente.
Un niño nacido hoy vivirá en un mundo cuya temperatura será 4 °C más alta que la media preindustrial, es decir, que el cambio climático afectará a su salud desde la infancia y adolescencia hasta la edad adulta y la vejez.
De hecho, los niños y niñas de todo el mundo son uno de los grupos más afectados por las consecuencias del calentamiento global. Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista The Lancet suscribe los daños inmensos causados a la salud por este fenómeno.
La Cuenta Atrás sobre Salud y Cambio Climático es un análisis anual exhaustivo que hace un seguimiento del progreso en 41 indicadores clave y demuestra lo que significa para la salud humana cumplir con los objetivos del Acuerdo de París (o seguir como si no hubiera pasado nada).
El proyecto es una colaboración entre 120 expertos de 35 instituciones, incluyendo la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Banco Mundial, el University College de Londres y la Universidad de Tsinghua (China).
El trabajo expone las consecuencias para toda la vida del aumento de las temperaturas de un niño o niña nacido en la actualidad si el mundo continúa con las mismas políticas (en este escenario se producirán niveles medios de calentamiento de 4 ° a 7 °C a finales de siglo).
Así, a medida que aumenten las temperaturas, los lactantes serán vulnerables a la carga de desnutrición y al aumento de los precios de los alimentos: en los últimos 30 años ha disminuido el potencial de rendimiento medio mundial del maíz (-4 %), el trigo de invierno (-6 %), la soja (-3 %) y el arroz (-4 %).
Es más, los niños y niñas serán los más afectados por el aumento de las enfermedades infecciosas: desde el punto de vista climático, 2018 fue el segundo año más adecuado para la propagación de bacterias causantes de gran parte de las enfermedades diarreicas y la infección de las heridas en todo el mundo.
Con respecto a la adolescencia, el impacto de la contaminación del aire empeorará: las muertes prematuras causadas por contaminación del aire exterior (PM2,5) se estancaron en 2016 en 2,9 millones de personas en todo el mundo (más de 440.000 solo por el carbón).
Además, los fenómenos meteorológicos extremos se intensificarán hasta la edad adulta, ya que 152 de 196 países han experimentado un aumento de la población expuesta a incendios forestales desde 2001-2004.
De la misma forma, en 2008 se batió un récord en comparación con el año 2000 de 220 millones de personas mayores de 65 años expuestas a olas de calor (63 millones más que en 2017).
Por el contrario, si se siguiera el Acuerdo de París para limitar el calentamiento por debajo de los 2 ºC, los bebés nacidos hoy podrían crecer en un mundo que llegaría a cero emisiones netas antes de cumplir 31 años, y asegurar así un futuro más saludable para las generaciones futuras.
Por todo esto, los autores de este estudio piden que el impacto del cambio climático en la salud ocupe un lugar destacado en la agenda de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP25) celebrada en Madrid el próximo mes.
Para los expertos, el cambio climático ya está dañando la salud de los niños y niñas del mundo y está destinado a moldear el bienestar de toda una generación, a menos que el mundo cumpla con los objetivos firmados en la capital francesa.
“Los impactos acelerados del cambio climático en 2019 se han hecho más claros que nunca”, explica Hugh Montgomery, investigador en el University College de Londres. “Las temperaturas más altas registradas en Europa Occidental y los incendios forestales en Siberia, Queensland y California provocaron asma, infecciones respiratorias e insolación”.
Según Montgomery, “el nivel del mar está subiendo a un ritmo cada vez más preocupante. Nuestros menores reconocen esta emergencia climática y exigen que se tomen medidas para protegerlos. Debemos escuchar y responder”.
Para que el mundo pueda cumplir los objetivos climáticos de la ONU y proteger la salud de la próxima generación, el panorama energético tendrá que cambiar drásticamente y pronto. Como advierte el informe, “nada por debajo de un recorte del 7,4 % interanual en las emisiones de CO2 fósil de 2019 a 2050 limitará el calentamiento global al objetivo más ambicioso de 1,5 °C”.
“El camino que el mundo elija hoy marcará irreversiblemente el futuro de nuestros niños”, subraya Stella Hartinger, una de las coautoras del informe e investigadora de la Universidad Cayetano Heredia de Perú.
“Debemos escuchar a los millones de jóvenes que han encabezado la ola de huelgas escolares para que se tomen medidas urgentes. Se necesitará el trabajo de 7.500 millones de personas para asegurar que la salud de un niño nacido hoy no esté definida por un clima cambiante”, concluye.