Aunque se ha estudiado el efecto que factores ambientales como el clima tienen en la variabilidad genética de las poblaciones naturales, hasta ahora no se había abordado el papel que juegan las interacciones entre las especies de plantas a escala local. Un estudio conjunto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Rey Juan Carlos muestra por primera vez que estas interacciones entre distintas especies de plantas pueden determinar la estructura genética de sus poblaciones.
Las poblaciones de plantas que se encuentran en la naturaleza no son agrupaciones al azar, sino que poseen una estructura que varía en el espacio y en el tiempo. La ubicación concreta de cada planta dentro de la población viene determinada por factores muy diversos como pueden ser la polinización, la dispersión de semillas, la interacción planta a planta o la heterogeneidad del hábitat.
La estructura genética de una población viene determinada por su historia evolutiva y expresa la cantidad de diversidad genética que alberga y cómo se reparte dentro de la población. Para estudiarla, se analizan las frecuencias de alelos, que miden la variabilidad genética, y la frecuencia de genotipos, que expresan el modo en que la variabilidad genética se distribuye entre los individuos. Si logramos conocer la estructura genética de una población de plantas a una escala local, podríamos alcanzar una mayor comprensión de cómo opera la selección natural.
La investigadora Silvia Matesanz del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y sus colaboradores han elegido como objeto de estudio dos especies: el tomillo común (Thymus vulgaris) y el tomillo sanjuanero (Thymus loscosii), llamado así porque florece en la fiesta de San Juan.
El tomillo común se distribuye ampliamente por el mediterráneo occidental, mientras que el tomillo sanjuanero sólo se encuentra en el valle del Ebro, y aunque en el primer Catálogo Nacional de Especies Amenazadas se consideró “En Peligro de Extinción”, actualmente su categoría es “De Interés Especial”. Al tratarse de especies pertenecientes al mismo género comparten historia evolutiva por lo que cabe esperar que compitan por los mismos recursos y de un modo similar. Precisamente por esto, los investigadores postulan que sus interacciones serán más fuertes y, por tanto, se podrán detectar más fácilmente.
Estudiar su diversidad genética para protegerlas
La combinación de técnicas moleculares de análisis de ADN con herramientas de estadística espacial, para estudiar la distribución de los plantas en el campo, ha permitido a los investigadores conocer la variabilidad genética de las poblaciones de ambas especies. Su estudio sugiere que la abundancia del tomillo común determina la estructura genética del tomillo sanjuanero. Según Matesanz “estos resultados abren una puerta al estudio de las implicaciones evolutivas de las interacciones entre plantas”.
Por otra parte, un conocimiento cada vez más profundo de la diversidad genética de las poblaciones vegetales es muy importante en el ámbito de la conservación, especialmente cuando hablamos de especies protegidas como el tomillo sanjuanero, que además es una rareza a escala mundial.
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Referencia bibliográfica:
Matesanz, S., Gimeno, T. E., de la Cruz, M. Adrián Escudero and Valladares, F. 2011. Competition may explain the fine-scale spatial patterns and genetic structure of two co-occurring plant congeners. Journal of Ecology. doi:10.1111/j.1365-2745.2011.01812.x
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