El fósil del neandertal de este yacimiento italiano es uno de los más completos hallados en Europa y ha permitido estudiar por primera vez su morfología nasal. Los resultados descartan que esta especie desarrollara adaptaciones internas específicas para sobrevivir en climas fríos, lo que contradice hipótesis previas.
El neandertal de Altamura (Italia) es uno de los esqueletos fósiles más excepcionales. Su cráneo, aunque cubierto por calcita, está muy bien conservado y se ha convertido en un símbolo de la paleoantropología. Ahora, un estudio arroja luz sobre la morfología facial de esta especie y su relación con la adaptación al frío.
Durante décadas, la dificultad para acceder a la zona de la cueva donde permanece impidió estudiar los restos, que inicialmente se atribuyeron a Homo heidelbergensis. En 2015, un equipo de la Universidad Sapienza de Roma (Italia) introdujo un brazo robotizado y extrajo una muestra de la escápula derecha del esqueleto.
El análisis genético confirmó que se trataba de un neandertal de entre 130 000 y 172 000 años, uno de los más antiguos conocidos.
La nueva investigación, publicada este lunes en la revista PNAS y liderada por Constantino Buzi, investigador de la Universidad de Perugia y asociado al Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES-CERCA), ha analizado la morfología nasal del neandertal y no ha encontrado ningún rasgo interno exclusivo, lo que cierra un debate científico de décadas.
Los neandertales, la especie humana extinta que habitó Europa, Oriente Próximo y Asia central en el Pleistoceno y coexistió con el Homo sapiens, son esenciales para comprender la evolución humana.
Su anatomía, más robusta que la de los humanos modernos, incluía un gran tórax, pelvis ancha y extremidades cortas, rasgos que probablemente facilitaron la adaptación al clima frío.
Sin embargo, aunque el cuerpo refleja esa adaptación, la cara y la nariz no encajan con ese patrón: tenían una apertura nasal muy amplia y un rostro proyectado hacia delante —prognatismo mediofacial—, características aparentemente contradictorias con las adaptaciones habituales al frío.
Para explicar esta paradoja, algunos científicos propusieron que los neandertales desarrollaron rasgos internos exclusivos en la cavidad nasal para compensar la falta de adaptación externa, hipótesis que alimentó durante décadas un largo debate.
El cráneo del Hombre de Altamura se extrajo virtualmente mediante diversas técnicas de adquisición digital; el procedimiento fue especialmente complejo debido a su ubicación entre dos cámaras kársticas de tamaño limitado. Foto: Constantino Buzi / IPHES-CERCA
El nuevo estudio, que empleó tecnología endoscópica de alta resolución para analizar con detalle las estructuras internas de la nariz del neandertal de Altamura, ofrece resultados concluyentes: la especie no presenta ningún rasgo interno exclusivo ni adaptaciones específicas.
Algunos científicos habían hecho suposiciones “basadas en evidencias incompletas”, explica Antonio Profico, investigador de la Universidad de Pisa y coautor del estudio, pero tales rasgos no existen: “Incluso sin esas supuestas adaptaciones, la nariz neandertal era perfectamente eficiente para responder a las altas demandas energéticas de la especie”, concluye.
“Cuando incorporamos la bioenergética, la ‘paradoja’ de la gran apertura nasal desaparece. Es exactamente lo que cabría esperar en una especie adaptada al frío pero con una morfología craneal arcaica. La morfología nasal que observamos en el neandertal primitivo de Altamura (aunque diferente a la de los humanos modernos) pudo ser la solución ideal para acondicionar el aire en un cuerpo robusto”, añade Carlos Lorenzo, investigador del IPHES-CERCA y de la Universitat Rovira i Virgili.
El equipo sostiene que el característico prognatismo mediofacial de los neandertales probablemente no se desarrolló como respuesta directa a necesidades respiratorias, sino por una combinación de presiones evolutivas y restricciones morfológicas que, en conjunto, dieron forma a un rostro distinto del nuestro pero “plenamente funcional en los entornos fríos del Pleistoceno europeo”, apuntan los autores.
El estudio incluye un modelo tridimensional completo de la cavidad nasal a partir de imágenes endoscópicas, que permitirá futuros análisis sobre el rendimiento respiratorio de los neandertales y sus adaptaciones fisiológicas.
Datado entre 130.000 y 172.000 años, el fósil permanece incrustado en un complejo sistema kárstico, lo que ha favorecido su excepcional conservación y ha permitido observar por primera vez el interior de la nariz neandertal.
“Las condiciones únicas en las que se conserva el neandertal de Altamura podrían convertirlo en el esqueleto humano más completo jamás encontrado. A pesar de seguir ‘atrapado’ en un sistema kárstico muy complejo, continúa proporcionándonos información sin precedentes, especialmente gracias a las tecnologías innovadoras empleadas para estudiarlo”, explica Giorgio Manzi, de la Universidad Sapienza de Roma y coautor del artículo.
El fósil fue descubierto en 1993 por un grupo de espeleólogos que exploraba el sistema kárstico de Lamalunga, cerca de Altamura (sur de Italia), y halló una red de pasadizos a más de 15 metros de profundidad.
En una pequeña sala, rodeados de estalactitas y estalagmitas, encontraron una gran columna de calcita cubierta de coraloides, de la que sobresalía un cráneo humano excepcionalmente bien preservado.
Las exploraciones posteriores confirmaron que, además del cráneo, había numerosos huesos del mismo individuo, bautizado como “el hombre de Altamura”.
Referencia:
Buzi, C., Profico, A., Lorenzo, C., Manzi, G. “The first preserved nasal cavity in the human fossil record: The Neanderthal from Altamura". PNAS, 2025.