Factores como el difícil acceso a empleos de calidad impiden culminar este proceso en el País Vasco

La sociedad del conocimiento es una asignatura pendiente

La Comunidad Autónoma Vasca (CAV) está ya lejos del carácter industrial que la marcó, pero no ha llegado a alcanzar la ansiada meta de la sociedad del conocimiento. Todavía le queda camino por recorrer para superar la transición socioeconómica que comenzó cuando se asumió que el declive industrial era irreversible, a mediados de los años 90. Estas son algunas de las conclusiones que ha extraído Auxkin Galarraga, sociólogo de la UPV/EHU, de una investigación sobre la materia que ha llevado a cabo.

La sociedad del conocimiento es una asignatura pendiente
Todavía le queda camino por recorrer para superar la transición socioeconómica que comenzó cuando se asumió que el declive industrial era irreversible, a mediados de los años 90. Imagen: Ian Britton

Galarraga ha comparado la transición socioeconómica de la CAV con la forma en que algunas regiones europeas llevan a cabo su transición particular. Por una parte, ha estudiado el Greater Manchester (Reino Unido) y la región metropolitana de Dortmund (Alemania), porque, al igual que en la CAV, la industria tiene un gran peso histórico en ambas. Por otra, se ha fijado en la región metropolitana de Helsinki (Finlandia), por todo lo contrario; es decir, por apostar por la sociedad del conocimiento sin haber sido previamente un lugar de tradición industrial. Tras el estudio comparativo, ha realizado un análisis estructural del caso específico de la CAV y de su transición. El investigador concluye que no se acaba de conseguir que algunos sectores se integren en la sociedad del conocimiento, a pesar de que los agentes actúan ya teniéndola como meta.

Menos cohesionada

La CAV ha sufrido una mutación de su estructura social desde que comenzó a alejarse de los valores de la cultura industrial. Características como la fuerte vinculación a una comunidad, la dedicación, el ahorro o la perspectiva del largo plazo han cedido frente a un estilo de vida basado en el individualismo, el ocio, el consumo y el corto plazo y, con ello, en la incertidumbre y el riesgo.

Los pasos dados por la CAV hacia la sociedad del conocimiento han propiciado la consecución de una elevada calidad de vida, y la han llevado a alcanzar el nivel del resto de comunidades modernas. Sin embargo, esta homogeneización ha supuesto, a su vez, una paulatina desintegración de su singularidad política y sociocultural; la relación de los vascos con sus instituciones sociales ha cambiado. Galarraga advierte que faltan referentes que cohesionen esta nueva sociedad. Los elementos que cumplían dicha función no han tenido relevo, y como consecuencia de ello, el individualismo aumenta y el capital social se deteriora.

Control institucional y pocas oportunidades

De hecho, la CAV tiene varias limitaciones socioestructurales que debe solventar para alcanzar una sociedad del conocimiento completa. Como por ejemplo, el control excesivo por parte de las autoridades. Las instituciones vascas han gozado de una gran autonomía para planificar la reconfiguración de las tres últimas décadas, y han sido el principal mecanismo en el desarrollo de nuevos sectores. Sin embargo, este control ejercido sobre diversos agentes y sectores no permite evaluar la eficiencia real de los mismos. Galarraga explica que la sobreprotección frena la capacidad innovadora y creativa por la que se rigen las sociedades del conocimiento.

No obstante, es en las limitaciones para acceder al sistema de oportunidades donde más incide el investigador. Solo un tercio de la población activa puede participar realmente en el desarrollo de la economía del conocimiento, debido al gran desajuste que hay entre la oferta y la demanda. La población se ha adaptado a las nuevas circunstancias, y está mejor cualificada, pero la demanda de conocimiento y de mano de obra para empleos de calidad no ha aumentado en la misma proporción.

Asimismo, se recalca que hay una gran concentración de riqueza y, por consiguiente, una gran disparidad: una tercera parte de la población sufre exclusión social. Además, este fenómeno se focaliza en ciertos barrios y núcleos urbanos. En muchos casos, se trata de zonas en las que la desaparición de la sociedad industrial ha tenido especial repercusión, y en las que sin embargo no se atisba la llegada de la sociedad del conocimiento. En conclusión, Galarraga remarca que las nuevas oportunidades deben llegar a todos los ciudadanos para poder culminar el proceso de transición.

Fuente: UPV/EHU
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