La vacuna contra la tuberculosis diseñada por la Universidad de Zaragoza podría comenzar a distribuirse en 2016, una vez cumplidos y superados los ensayos clínicos en humanos que comenzarán a finales de 2011. La nueva vacuna, diseñada por ingeniería genética por el grupo de investigación de Micobacterias del catedrático Carlos Martín, es la más firme candidata a sustituir por su mayor eficacia a la actual BCG, que se remonta a 1921, a la que supera en eficacia. Los ensayos en humanos comenzarán a finales de 2011.
La utilización de esta nueva vacuna supondrá uno de los mayores avances médicos para la salud mundial, cuyo anuncio coincide hoy con la celebración del Día Mundial de la Tuberculosis.
Además, este proyecto de investigación y desarrollo de la Universidad de Zaragoza ha logrado una financiación adicional de un millón de euros, a través del Programa Innocash de la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT) del Ministerio de Ciencia e Innovación, al haber sido calificado de excelente y seleccionado entre más de 200 candidatos presentados.
La vacuna actual es de principios del siglo XX. La primera vacuna BCG (Bacilo Calmette-Guerin) contra la tuberculosis comenzó a usarse de forma masiva a partir de 1930. La eficacia de esta vacuna, actualmente todavía en uso, oscila entre el 0 y 100%, y en adultos es del 50%.
Por el contrario, la nueva vacuna diseñada por Carlos Martín ha mostrado hasta el momento una mejor protección y capacidad inmunógena que la vacuna actual, la BCG. Además, según el consenso y las guías internacionales para el desarrollo de una nueva vacuna viva contra la tuberculosis, la Universidad de Zaragoza cumpliría con los requisitos principales, como el tener dos mutaciones independientes irreversibles, siendo más segura.
Incidencia de la tuberculosis
Actualmente, un tercio de la población mundial está infectada por el bacilo de la tuberculosis y se calcula que 1 de cada 10 podría llegar a padecer la enfermedad en algún momento de su vida, siendo la tuberculosis, según cálculos históricos, la enfermedad que mayor cantidad de muertes ha causado. El elevado número de casos en los países más pobres, los movimientos migratorios desde dichos países, así como la epidemia de infección del virus del VIH y la aparición de cepas resistentes a los antibióticos obligan al desarrollo de nuevas estrategias de prevención.
El Grupo de investigación de Genética de Micobacterias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, de reconocido prestigio internacional y dirigido por el profesor Carlos Martín, trabaja desde hace 15 años en la construcción de nuevas vacunas universalmente accesibles contra la tuberculosis.
Estos trabajos han sido financiados, de forma ininterrumpida, por fondos públicos de proyectos nacionales y europeos, y han consistido en el diseño de una nueva generación de vacunas vivas contra la tuberculosis.
Estas vacunas han sido construidas por técnicas de ingeniería genética que persiguen la inactivación del sistema de transmisión de señales que regula los genes implicados en la virulencia del bacilo de la tuberculosis y permitan la presentación de antígenos al sistema inmune confiriendo protección contra la enfermedad.
Los estudios publicados en modelos animales han demostrado un alto grado de atenuación y eficacia de la nueva vacuna frente a la actual vacuna BCG. Por ello, la vacuna de la Universidad de Zaragoza es uno de los candidatos más prometedores, para los próximos estudios clínicos de seguridad y eficacia en humanos, con las que cuenta la Iniciativa Europea de Vacunas contra Tuberculosis-TBVI, iniciativa que busca mejorar la eficacia de la actual vacuna BCG.
El acuerdo estratégico que hoy se suscribe comenzó a fraguarse hace ya tres años, cuando la Universidad de Zaragoza, a través de su Oficina de Transferencia de resultados de la Investigación (OTRI) y la Fundación Genoma España mostraron su interés en que CZ Veterinaria llevara a cabo el escalado para la producción industrial de una vacuna viva contra la Tuberculosis basada en la inactivación de dos genes implicados en la virulencia de la bacteria.
La fabricación de la nueva vacuna, no obstante, debe realizarse cumpliendo los más estrictos requisitos para ser empleada en ensayos clínicos en humanos como son las GMPs (Buenas Prácticas de Fabricación). En esta tarea ha sido de gran ayuda la labor de la Fundación Genoma España (Ministerio de Ciencia e Innovación). El respaldo de la Fundación Genoma España al proyecto de la Universidad de Zaragoza ha sido siempre rotundo, lo que le llevó a suscribir un acuerdo con la institución académica para conseguir que la vacuna sea una realidad. Dicho convenio es el más importante adoptado hasta ahora por ambas partes, ya que hasta el momento la colaboración se ha dirigido a la financiación de patentes, que tramita la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad de Zaragoza.
En este sentido, Genoma España realizó una búsqueda exhaustiva para localizar una empresa a la que contratar la fabricación en GMPs de lotes para asegurar el suministro de los ensayos clínicos, hasta que finalmente contactó con CZ Veterinaria. Esta compañía, mediante su filial, BioFabri, invertirá de forma decidida en el proyecto. Además, Genoma España seguirá trabajando en la búsqueda de financiación adicional a través de socios y posibles inversores interesados en esta vacuna dentro de su programa de Cartera Tecnológica.
Día Mundial de la Tuberculosis
Auspiciado por OMS, hoy miércoles se celebra el día mundial de la Tuberculosis. Este evento, que se celebra cada año, rememora el día en el que el Dr. Robert Koch detectó en 1882 la causa de la tuberculosis; el bacilo tuberculoso. El descubrimiento supuso el primer paso hacia el diagnóstico y la cura de la enfermedad. En 1906 el veterinario Camille Guerin descubre que la inmunidad sólo es posible si el organismo es infectado con bacilos vivos. Partiendo de este principio el microbiólogo Albert Calmette y el veterinario Camille trabajan juntos para atenuar el bacilo tuberculoso y elaboran la primera vacuna BCG (Bacilo Calmette-Guerin) contra la enfermedad, que comienza a usarse de forma masiva a partir de 1930.