Durante el Mesozoico (hace entre 250 y 65 millones de años), las tortugas eran más diversas en Europa, y en concreto en la Península Ibérica. Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) analizan la singularidad del registro de tortugas mesozoicas españolas, en el que han identificado varios géneros y especies nuevas.
Durante el Cretácico inferior (hace entre unos 135 y 95 millones de años), Pan-Cryptodira, el linaje de tortugas que incluye a un alto porcentaje de las especies modernas, era más diverso en Europa que en cualquier otro continente. Su mayor diversidad se ha registrado en España, en concreto en yacimientos situados en la actual Cordillera Ibérica.
Algunos de los descubrimientos se realizaron hace más de un siglo, pero apenas habían sido estudiados. La mayor parte de los hallazgos se ha efectuado en excavaciones realizadas a finales del siglo XX y en el siglo XXI. Además de algunos esqueletos relativamente completos, este registro se compone de varios caparazones y numerosas placas. Su estudio está aportando datos sobre el origen de varios de los grupos de tortugas actuales, así como sobre su diversidad y sus modos de vida.
En el Departamento de Paleontología de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid se está desarrollando un proyecto de tesis doctoral que persigue analizar la diversidad de tortugas que habitaron en el Mesozoico de Europa, con especial énfasis en el análisis sobre las especies ibéricas.
Algunos de los resultados obtenidos han sido publicados en revistas especializadas, entre otras, Journal of Vertebrate Paleontology, Acta Palaeontologica Polonica, Palaeontology y Cretaceous Research.
Un registro español excepcional
Durante el Mesozoico (hace entre 250 y 65 millones de años), la posición geográfica relativa de los continentes actuales cambió considerablemente. La comparación y el estudio detallado de los fósiles de tortugas hallados en el Cretácico inferior de la Cordillera Ibérica permiten reconocer grupos de tortugas muy variados.
Debido a su posición, la Península Ibérica fue poblada por grupos de tortugas también presentes en otros continentes, como Norte América, y Asia. Además, formó parte del área de distribución de grupos de tortugas exclusivamente europeos e, incluso, de especies no conocidas fuera del territorio peninsular.
Muchos de los fósiles hallados pertenecen a varios grupos de tortugas primitivas, diferentes a las conocidas en la actualidad. Sin embargo, también se identifican algunas especies que estaban relacionadas con grupos que han sobrevivido hasta nuestros días, como son las actuales tortugas de caparazón blando o las tortugas marinas.
Enterrados durante millones de años, estos fósiles están permitiendo conocer cómo eran algunas de las tortugas que poblaron España durante el Mesozoico. Su estudio ha permitido describir varios géneros y especies nuevos para la ciencia, así como desentrañar algunos misterios sobre su origen y modos de vida.
La peculiaridad de las tortugas
Las tortugas son un grupo de reptiles singular, cuya característica más llamativa es la presencia de un caparazón, dentro del que, la mayoría de sus especies pueden retraer el cuello y la cola, y las extremidades. Esta estructura les otorga una protección especial que, unida a otras modificaciones corporales, les ha permitido sobrevivir durante más de 220 millones de años.
Su peculiar morfología hace que existan ahora muchas hipótesis vigentes sobre su origen,. Es probable que puedan estar emparentadas con los lagartos o con el grupo en el que se incluyen tanto cocodrilos como aves.
Las tortugas están adaptadas a diferentes entornos. Existen especies que habitan en ambientes marinos, otras en aguas dulces e, incluso, algunas son completamente terrestres. Sin embargo, a pesar de su relativa diversidad actual, ésta fue mucho mayor en el pasado, especialmente durante el Jurásico superior y a lo largo del Cretácico (hace entre 155 y 65 millones de años).
De ese periodo se identifican numerosos yacimientos europeos, en los que se han hallado abundantes especies de dinosaurios, como por ejemplo Stegosaurus, Allosaurus e Iguanodon, presentes en el registro de la Península Ibérica.
Sin embargo, junto a los restos fósiles de estos reptiles, se preservan con frecuencia los de otros animales con los que convivían. Debido a que los elementos óseos que constituyen el caparazón de las tortugas son muy resistentes, es común su hallazgo en esos yacimientos. No obstante, la información sobre las especies de tortugas europeas que habitaron con los dinosaurios no avianos era, hasta ahora, muy limitada.