Un nuevo estudio revela que una alta concentración en sangre de ácidos grasos omega-3 no tiene beneficios para la memoria, el conocimiento o la percepción. El ensayo, elaborado por investigadores estadounidenses, incluyó a 2.157 mujeres de entre 65 y 80 años.
Durante los últimos años, los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 han suscitado gran interés entre la comunidad científica debido a la creencia de que podrían prevenir o retrasar el deterioro cognitivo. Sin embargo, una nueva investigación estadounidense sugiere que estos compuestos no tienen ningún efecto beneficioso en las capacidades intelectuales de sus consumidores.
Los resultados del trabajo, elaborado por científicos de la Universidad de Iowa (EEUU) y publicados esta semana en la revista Neurology, ponen en duda muchas de las hipótesis anteriores.
“Por desgracia nuestro ensayo no ha encontrado ningún efecto protector en personas mayores”, asegura Eric Amman, uno de los autores. “Además, en la mayoría de los ensayos aleatorios de los suplementos que contienen estos compuestos tampoco se han hallado mejorías”, concluye el investigador.
En el estudio participaron 2.157 mujeres de entre 65 y 80 años, adscritas a un programa de tratamiento hormonal. Un análisis de sangre inicial sirvió para determinar la concentración inicial de ácidos grasos omega-3 en la sangre de las pacientes antes del comienzo del ensayo.
A partir del tercer año, los expertos les hicieron test anuales de pensamiento y memoria para evaluar sus habilidades cognitivas en siete aspectos: velocidad de respuesta, memoria verbal, memoria visual, percepción espacial, conocimiento verbal, fluidez en el habla y memoria en el trabajo.
Al concluir el ensayo, los científicos no encontraron ninguna diferencia en la evolución de las capacidades cognitivas entre las mujeres que presentaban niveles iniciales altos de omega-3 en sangre y aquellas que los tenían más bajos. Tampoco hubo ninguna distinción en cuanto a la velocidad en que estas habilidades disminuían como consecuencia de la edad.
A pesar de estos resultados, los expertos no recomiendan a la población que cambie su dieta basándose únicamente en sus hallazgos, puesto que “los científicos continúan estudiando la relación entre los ácidos grasos omega-3 y la salud cardiovascular”, señala Amman.
Por otro lado, los alimentos ricos en estos compuestos, como las nueces y los pescados azules como el salmón, representan “una opción más saludable que la carne roja o los productos lácteos que contienen gran cantidad de grasas saturadas”, recalca el científico.
Este no es el primer estudio que pone en tela de juicio la acción beneficiosa en el organismo de los ácidos grasos poliinsaturados omega-3.
A pesar de haberse demostrado que disminuyen los triglicéridos y se asocian con la acción de algunas hormonas, un metanálisis realizado en 2012 por investigadores del Hospital de Ioánina (Grecia) ya demostraba que estas sustancias no están vinculadas con un menor riesgo de muerte por accidente cardiovascular, muerte súbita o derrame cerebral.
Referencia bibliográfica:
Eric M. Ammann, James V. Pottala, William S. Harris, Mark A. Espeland, Robert Wallace, Natalie L. Denburg, Ryan M. Carnahan, Jennifer G. Robinson. “Omega-3 fatty acids and domain-specific cognitive aging”. Neurology, 25 de septiembre de 2013.
Solo para medios:
Si eres periodista y quieres el contacto con los investigadores, regístrate en SINC como periodista.