Un estudio realizado a partir de restos fósiles encontrados en una cueva gibraltareña concluye que los neandertales cazaban palomas de forma habitual como parte de su dieta. Hasta ahora, la explotación sistemática de aves estaba considerada una práctica exclusiva de la conducta humana moderna.
Investigadores del Museo de Gibraltar han analizado huesos fósiles de palomas bravías (Columba livia) –ancestro de las palomas domésticas– de la cueva de Gorham, del Peñón de Gibraltar. El estudio de estos restos ha dado lugar a una nueva teoría sobre la obtención de alimentos por parte de los neandertales.
“La visión tradicional es que solo los humanos modernos tuvieron la capacidad cognitiva para cazar presas difíciles y se ha supuesto que los pájaros estaban fuera del alcance de las habilidades de los neandertales. Por esta razón, encontrar una explotación intensa, regular y sistemática de aves en esta especie es muy importante ya que los acerca aún más a nuestros propios antepasados”, declara a Sinc Clive Finlayson, investigador del Museo de Gibraltar y coautor del estudio que publica la revista Nature.
Los fósiles hallados en la cueva cubren un período de tiempo de hace 67 mil a 28 mil años. Este rango de tiempo coincidió con la ocupación de la cavidad por parte de los neandertales y, posteriormente, por los seres humanos modernos. Algunos de los huesos tienen marcas o signos de quemaduras, que pueden indicar que podrían haber despiezado y cocinado las aves.
“Nuestro estudio demuestra que en la zona mediterránea, donde existe una gran diversidad de recursos, los neandertales tenían una dieta regular variada y no exclusiva de mamíferos, como se ha sugerido durante mucho tiempo. Ahora podemos agregar a su dieta mariscos, mamíferos y plantas marinas”, apunta el científico.
La paloma era parte habitual de la dieta neandertal
La explotación regular y repetida de estas aves se produjo en un periodo de hace 40 mil años y pudo comenzar hace alrededor de 67 mil años. “Eran un activo de caza más –añade Finlayson– y no algo esporádico, como se creía anteriormente”.
Cueva de Gorham, del Peñón de Gibraltar, donde se han hallado los huesos fósiles de palomas bravías (Columba livia). / C. Finlayson
La proporción de los huesos encontrados con marcas de corte fueron relativamente reducidos, pero los investigadores también señalan que estas aves eran pequeñas y requerirían una manipulación mínima. Asimismo, en algunos huesos se encontraron señales de dientes humanos, lo que indica que los habitantes de la cueva comían estas aves.
A partir de estos resultados, los científicos proponen que los neandertales podrían haber tenido algunas habilidades similares a los humanos modernos en cuanto a la obtención de alimentos.
“Esta cueva es amplia y está muy bien protegida. El aumento del nivel del mar nunca alcanzó Gorham, esto implica que tenemos la suerte de tener una cavidad disponible para la investigación y un gran potencial para trabajar sobre él. En mi opinión, junto con Atapuerca, estos son los dos lugares más emblemáticos sobre los primeros pobladores humanos en la península ibérica”, concluye el experto.
Referencia bibliográfica:
Ruth Blasco, Clive Finlayson, Jordi Rosell, Antonio Sánchez Marco, Stewart Finlayson, Geraldine Finlayson, Juan José Negro, Francisco Giles Pacheco y Joaquín Rodríguez Vidal. “The earliest pigeon fanciers”, Nature 4: 5971. DOI: 10.1038/srep05971.