Investigadores del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de Sevilla y Córdoba han comprobado que la disminución de agua no afecta de forma negativa al fruto y potencia aspectos como el nivel de azúcares, la firmeza o el contenido de compuestos saludables. El menor aporte hídrico también favorece un cultivo más sostenible al disminuir las necesidades de agua y la cantidad de fertilizantes que se vierten al suelo y llegan a los acuíferos.
Investigadores de las áreas de Producción Ecológica y Recursos Naturales (centro IFAPA de Las Torres-Tomejil, Sevilla) y Tecnología, Postcosecha e Industria Agroalimentaria (centro IFAPA Alameda del Obispo, Córdoba) han demostrado en determinadas variedades de arándanos que la reducción del agua de riego no afecta a la calidad del producto sino que, en alguno casos, la mejora. En concreto, el déficit hídrico estudiado influye en el aumento de la firmeza del fruto y en el contenido total de azúcares y de compuestos beneficiosos para la salud, como los antioxidantes.
El ahorro en el consumo de agua también implica la reducción del impacto medioambiental al disminuir la cantidad de fertilizantes que, según los expertos, pueden contaminar los acuíferos de la zona de cultivo.
Para realizar el estudio, los investigadores analizaron tres tipos de variedades de arándanos que se cultivan en Huelva. En cuanto a la necesidad de agua del cultivo, ésta se redujo un 20 por ciento con un doble objetivo: comprobar los efectos del ahorro de agua en el fruto y disminuir la cantidad de agua y fertilizantes para minimizar filtraciones a los acuíferos.
En primer lugar, los científicos determinaron que el déficit hídrico no afecta de forma negativa a la calidad de los distintos tipos de arándanos sino que, en algunos de ellos, se produce una mejora.
“Con la disminución de agua, estamos sometiendo a la planta a una situación de estrés. Por eso, conseguir una producción con una calidad igual a la que se obtiene en condiciones hídricas normales ya es un éxito. Si, además, mejoramos algunos parámetros en determinadas variedades, mejor”, comenta el investigador dedicado al análisis de calidad, José Manuel Moreno Rojas, de IFAPA.
Beneficios para la salud y el sabor
Otra de las conclusiones del estudio, que se recogen en un estudio publicado en la revista Food Chemistry, es que la disminución del aporte de riego aumenta el contenido en polifenoles, unos compuestos químicos presentes en los vegetales que tienen gran capacidad antioxidante.
“Una situación de estrés hídrico, como es la disminución de agua, provoca una reacción de defensa en la planta que genera mayor cantidad de antioxidantes. Éstos contrarrestan los efectos de los radicales libres, sustancias químicas que produce el cuerpo, relacionadas con el envejecimiento celular o la aparición de algunas enfermedades como el cáncer. Muchos estudios demuestran que una dieta rica en polifenoles rebaja la incidencia de estos procesos y, en general, mejora la calidad de vida”, apunta el investigador.
De igual forma, la escasez de agua influye en el incremento de sólidos solubles totales o azúcares de las variedades analizadas. “Este factor, balanceado o equilibrado con la acidez, mejora el sabor del producto. A veces nos quejamos de que las fresas o los arándanos son insípidos. Los azúcares lo evitan. Por tanto, el consumidor se va a encontrar con un fruto de mayor calidad sensorial”, comenta el experto.
Junto al incremento de sólidos solubles, el menor aporte de riego también afectó al nivel de acidez de algunos tipos de arándanos. “La disminución de agua implica una modificación de la acidez. Éste hecho, no por sí solo sino combinado con la concentración de azúcares, tiene que ser tenido en cuenta para observar los efectos sensoriales que provoca sobre el producto final”, explica el investigador colaborador de este proyecto, dirigido por José Luis Muriel Fernández y financiado por con la Consejería de Empleo, Empresa y Comercio de la Junta de Andalucía.
Los expertos también destacan el aumento de la firmeza del producto, es decir, su dureza externa. “Un fruto con mayor consistencia implica una vida postcosecha más larga. Ésta se puede prolongar en torno a 10 o 15 días, en condiciones óptimas de consumo. Esto implica una mayor competitividad del producto de cara a la exportación y por tanto, un mejor rendimiento económico para la empresa que los produce”, indica Moreno Rojas.
Conciencia medioambiental
Las consecuencias en el medio ambiente del menor aporte de agua están determinadas por las características de la tierra donde se cultivan estos frutos. Según los científicos, prácticamente la totalidad de la producción española de arándanos se produce en la provincia onubense, en plantaciones cercanas al Parque Natural de Doñana, y en suelos arenosos que no retienen el agua sino que ésta pasa de forma rápida a capas más profundas.
“El problema de los cultivos en Huelva es el fertirriego, es decir, riegas y fertilizas al mismo tiempo. En este tipo de suelos, las sustancias no absorbidas por la planta se filtran y van a los acuíferos. Por eso es tan importante optimizar el riego: no sólo reduces agua, también fertilizantes. Haces que el cultivo tenga mayor conciencia medioambiental”, matiza el experto.
El estudio de la calidad de los alimentos, incluyendo la relación entre antioxidantes y salud, centra la investigación realizada por el grupo de Moreno Rojas. Así, los expertos han estudiado la influencia del método de cultivo, ecológico y convencional, en la calidad y la cantidad de antioxidantes en frutas como la ciruela. Por otro lado, en el ámbito de la salud, tratan de comprobar el impacto de estos compuestos sobre la proliferación de células cancerígenas.
Referencia bibliográfica:
Cardeñosa V, Girones-Vilaplana A, Muriel JL, Moreno DA, Moreno-Rojas JM. ‘Influence of genotype, cultivation system and irrigation regime on antioxidant capacity and selected phenolics of blueberries (Vaccinium corymbosum L.)’. Food Chemistry(2016). 202: 276-83. http://dx.doi.rog/10.1016/j.foodchem.2016.01.118