El titular emérito de la cátedra John Dewey de la Universidad de Columbia ha recibido el premio de la Fundación BBVA por sus contribuciones fundamentales en una amplia diversidad de temas, desde la filosofía de las matemáticas y los orígenes de la ética hasta el papel de la ciencia en las sociedades democráticas y la educación.
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Humanidades ha sido concedido en su XVII edición al filósofo británico-estadounidense Philip Kitcher, por su impacto como “intelectual humanista” a través de una obra que ha abordado un amplio espectro de los temas centrales de nuestro tiempo, según ha destacado el acta del jurado que le ha concedido el galardón.
La filosofía pretende integrar el conocimiento disperso de todas las disciplinas científicas y humanísticas
El titular emérito de la cátedra John Dewey de la Universidad de Columbia ha realizado contribuciones fundamentales de gran impacto a la filosofía de la ciencia, y en particular a la filosofía de la biología, “demostrando la relevancia de las ciencias de la vida para las humanidades, y viceversa”, continúa el acta.
A lo largo de una trayectoria académica de más de cuatro décadas, el profesor Kitcher ha publicado obras de referencia sobre una gran diversidad de temas, desde la filosofía de las matemáticas y los orígenes de la ética hasta el papel de la ciencia en las sociedades democráticas, la importancia crucial de la educación para transformar a los niños en ciudadanos y el reto de la crisis ambiental global, a través de una colección de diálogos socráticos que reflexionan sobre el cambio climático, presentándolo como el mayor desafío al que se enfrenta hoy la humanidad.
El propio galardonado define la filosofía como un proyecto intelectual de síntesis, cuyo objetivo es “integrar el conocimiento disperso de todas las disciplinas científicas y humanísticas, uniendo muchas cosas aparentemente desconectadas para forjar un todo coherente” que nos permita “progresar moralmente y mejorar el mundo”.
El camino de Philip Kitcher hacia la filosofía comenzó en la Universidad de Cambridge, donde estudiaba Matemáticas, pero –gracias a la sugerencia de un profesor– acabó decantándose por la historia y la filosofía de la ciencia. Kitcher ha explorado las lecciones que puede aportar la biología a la hora de explicar la ética humana. “La característica central de nuestra vida ética es la habilidad de ver que otra persona necesita algo y de ayudarle a conseguirlo”, resume.
El objetivo último de la ciencia es beneficiar a la humanidad
A mediados de los años 1990, el galardonado analizó las implicaciones éticas del Proyecto Genoma Humano en un informe para la Biblioteca del Congreso estadounidense. Hablando con asesores de los congresistas, se dio cuenta de que la motivación política para embarcarse en el Proyecto Genoma Humano era muy diferente de la que tenía la comunidad científica: lejos de la ambición de curar, o al menos diagnosticar, todo tipo de enfermedades, el objetivo del Congreso era obtener una ventaja científica competitiva respecto a Japón, que destacaba en el ámbito tecnológico.
Esta disparidad llevó al filósofo a plantearse cómo es, y cómo debería ser, la relación entre la ciencia y las sociedades que la financian y en las que esta ciencia se aplica. Reflejó sus conclusiones en el libro Science, Truth, and Democracy, en el que “sin desmerecer el valor de la ciencia básica, que considero importantísima, sostengo que la importancia de la investigación fundamental radica en que, con el tiempo, proporciona un conocimiento que permite que las personas logren avances para mejorar las vidas de los seres humanos”, expresa. “El objetivo último de la ciencia es beneficiar a la humanidad”, añade.
Este objetivo, a su vez, ha llevado a Kitcher a preguntarse sobre la manera de establecer el papel que juega la ciencia en las sociedades y, a partir de ahí, a desarrollar una visión de la democracia “que va más allá de que la gente vote de vez en cuando sobre diversos asuntos, y más allá incluso de las constituciones. La democracia requiere que las personas trabajen juntas para entender qué problemas necesitan resolverse y cómo adaptar el conocimiento que obtenemos de la investigación científica para abordar esos problemas”.
Las humanidades son cruciales para la comprensión de nosotros mismos
El acta del jurado también destaca los trabajos del profesor Kitcher sobre el cambio climático. En estas investigaciones hace un repaso de los que considera son los principales problemas del desafío climático y aporta, como datos verificables, sus principales magnitudes, para concluir, de nuevo que, sin una profunda cooperación, en este caso entre países, el desafío climático no tiene fácil solución.
Para Kitcher, la “inmensa importancia” de las humanidades radica en que “son cruciales para nuestra comprensión de nosotros mismos. No queremos conformarnos con descripciones caricaturescas y simplistas basadas en la idea de que la ciencia nos dice todo lo que necesitamos saber. La tradición humanista en la literatura, en la historia, en la filosofía, en ciertos tipos de antropología, es tremendamente importante para nuestra comprensión de lo que realmente son los seres humanos y de lo que pueden ser”.