Un equipo interdisciplinar de arqueólogos y químicos de la Universidad de Jaén, en colaboración con la de Gante, desarrolla un estudio en el que combinan química y arqueología para aclarar algunos aspectos de la cultura de los Íberos sobre su alimentación, sus prácticas ganaderas y los usos medicinales o rituales de algunos alimentos y productos.
¿Era el consumo de vino entre los Íberos exclusivo de la aristocracia o, por el contrario, también estaba extendido entre el resto del pueblo? ¿Utilizaban la cera de abeja como sellante interno de las cerámicas, o para usos rituales o medicinales? Éstos son algunos de los interrogantes que obtendrán respuesta o confirmación gracias a la colaboración entre dos disciplinas muy diferentes pero, en este caso, complementarias.
Un equipo interdisciplinar de arqueólogos y químicos de la Universidad de Jaén, en colaboración con la Universidad de Gante (Bélgica), desarrolla un estudio en el que combinan química y arqueología para aclarar algunos aspectos de la cultura de los Íberos sobre su alimentación, sus prácticas ganaderas y los usos medicinales o rituales dados a algunos alimentos y productos, como la cera de abeja, que no se han podido contrastar aún por falta de medios materiales para hacerlo. “Podremos identificar si las grasas halladas en los materiales cerámicos son de origen vegetal o animal y, en este segundo caso, si proceden de animales rumiantes o no. Con ello podremos identificar si eran parte de la dieta, contrastarlo con los huesos hallados en los yacimientos y determinar si consumían animales que tenían en su entorno o traían de fuera. Esto nos permitirá conocer más aspectos de la dieta de los Íberos. También buscaremos, en las piezas arqueológicas, restos de vino y cera de abeja. Sobre el primero, si el análisis de restos de cerámicas hallados fuera de un entorno aristocrático desvelan que contenían vino podremos establecer que el consumo de éste era más “democrático” de lo que hasta ahora pensábamos. Y sobre la cera, sabremos si se empleaba como sellante interno de las vasijas o para uso medicinal o ritual”, explica Alberto Sánchez Vizcaíno, investigador principal de proyecto.
Para ello, la investigación, que tiene una duración de tres años, se centrará, por una parte, en el análisis de pigmentos y materias primas utilizadas en decoraciones de materiales cerámicos y no cerámicos, tales como pastas vítreas o materiales de construcción. Por otra parte, se investigarán los residuos o sustancias que contenían los recipientes cerámicos y no cerámicos usados por los íberos. Para ello, emplearán varias técnicas de análisis químico que permiten estudiar un amplio abanico de materiales y pigmentos empleados que aportarán información que de otra forma no sería accesible a la investigación arqueológica.
Para el desarrollo del proyecto se han constituido dos grupos de trabajo: uno de arqueología, del Centro Andaluz de Arqueología Ibérica (CAAI) y otro de química, del Departamento de Química Física y Analítica de la UJA. “El desarrollo de este proyecto supondrá un avance en la integración de los datos arqueológicos y químicos y esto va a permitir una mejor interpretación histórica de los resultados, evitando grupos de trabajo desconectados y resultados dispersos”, señala Sánchez Vizcaíno.
La investigación, desde el punto de vista temporal, se centrará en la cultura de los íberos partiendo de sus antecedentes durante el Bronce Final-Orientalizante (siglo VII a. C.), hasta el siglo I a.C. con la configuración de la sociedad ibero-romana. En cuanto a los yacimientos que serán objeto de este estudio, financiado con 41.000 euros por el Ministerio de Ciencia e Innovación, se cuentan los de Puente Tablas, Los Turruñuelos-Baécula, Arroyovil, Piquía y Los Castillejos, todos ellos en la provincia de Jaén, y los de Tútugi, en Granada, y La Noria, en Málaga.