El esqueleto de un niño neardental de casi ocho años hallado en el yacimiento de El Sidrón, de 49.000 años de antigüedad, aporta nuevas claves sobre el ritmo de crecimiento de esta especie humana extinta. Según los resultados del estudio, su cerebro se desarrollaba durante algo más de tiempo que el del Homo sapiens.
En la cueva de El Sidrón (Asturias) se han encontrado los restos más completos y abundantes de neandertales de la península ibérica. Entre ellos destaca J1, un varón de 7,7 años que constituye un descubrimiento singular, ya que existen escasos fósiles del paso entre la etapa infantil y juvenil en neandertales.
Un equipo de investigación, liderado por científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), ha estudiado el esqueleto de este niño para saber más sobre su desarrollo. Sus indagaciones apuntan a que nuestros primos neandertales tenían un considerable crecimiento cerebral a la edad de siete años, si lo comparamos con nuestra especie.
“No es que los neandertales tengan un cerebro más desarrollado que el nuestro a la edad de 7 a 8 años. Hemos descubierto que su cerebro aún estaba creciendo a los 7,7 años. Esto es algo diferente a lo que ocurre en nuestra especie Homo sapiens, en la que el cerebro deja de incrementar su volumen más o menos a los 6 años”, explica a SINC Antonio Rosas, investigador del MNCN y autor principal de este estudio que publica la revista Science.
Esto supone que el cerebro de los neandertales crecía durante algo más de tiempo, posiblemente para alcanzar su mayor tamaño y darle al organismo la capacidad de completar su mayor tamaño corporal. “Tanto gasto metabólico se lleva mejor si se reparte a lo largo de más tiempo”, añade Rosas.
Además, otra de las diferencias que se detectaron en este trabajo entre neandertales y sapiens es que algunas vértebras todavía no se habían fusionado en el neandertal de 7 años, mientras que estas mismas vértebras sí tienden a estar consolidadas en los seres humanos modernos de esa edad.
Las articulaciones cartilaginosas de las vértebras torácicas medias y el atlas son los últimos en fundirse, pero en este neandertal la unión se produce alrededor de dos años más tarde que en los humanos modernos.
“Existen muy pocos esqueletos de neandertales de esta edad (es decir, de 7,7 años) justo en el paso al periodo que llamamos juvenil. Y desde luego ninguno estudiado de forma tan integral. Ambos factores hacen de estos restos algo especial”, apunta Rosas.
El neandertal J1 conserva una mezcla excepcionalmente bien conservada de dientes infantiles y adultos, lo que supone una rara oportunidad de estimar la edad de la muerte a partir de las marcas dentales conservadas.
Su cerebro tenía aproximadamente el 87,5 % del tamaño promedio de un cerebro neandertal adulto al morir, mientras que los humanos modernos tienden a un promedio del 95 % del peso del cerebro adulto a esa misma edad.
Por estudios previos se sabe que este niño de El Sidrón pesaba sobre 26 kilos, medía unos 111 centímetros y su madre se encontraba también entre los restos descubiertos. Además, sufrió hipoplasia del esmalte cuando tenía dos o tres años, trastorno que se suele producir cuando los dientes tienen menos cantidad de esmalte de lo normal. Los expertos creen que la causa del fallecimiento fue la malnutrición o alguna enfermedad.
¿Mayor desarrollo cerebral implica que eran más listos?
A raíz de este análisis se plantean nuevas preguntas acerca de las capacidades cognitivas de los neandertales. Sin embargo, los autores resaltan que es muy pronto para aventurar si tener mayor volumen supone alcanzar procesos cognitivos más complejos o se debe a un ahorro energético.
“Este juvenil ya lo habíamos tipificado como un ‘aprendiz’, un niño que todavía está incrementando su volumen pero que desarrolla tareas propias de adulto. Este hecho no tiene que estar relacionado con el desarrollo cognitivo”, aclara Luis Ríos, coautor de la investigación.
Lo que sí permite es dar una visión general del patrón y ritmo de su maduración. “Desde la neurobiología y la genética se podría estudiar, pero bajar al detalle de los procesos cognitivos supone contar con otras disciplinas”, afirma el científico.
El patrón único de maduración vertebral y el crecimiento extendido del cerebro podrían ser también un reflejo de la robusta constitución corporal y la fisiología del neandertal, más que una diferencia fundamental en el ritmo general de crecimiento.
Para Rosas: “Nos permite plantear una pregunta que no había surgido en el universo de los neandertales porque no había base empírica para formularla. No sabemos contestarla aún, pero si un cerebro está por crecer algo significará. Podemos establecer un interrogante”.
Un fósil singular en un yacimiento único
Los restos de El Sidrón pertenecen todos a un mismo estrato, por lo que este juvenil fue descubierto junto a los restos de otros individuos. En conjunto, se han recuperado 2.500 restos óseos de al menos 13 individuos de ambos sexos y de diferentes edades, entre ellas un posible hermano pequeño de J1.
“Ya hemos excavado toda la galería. Los restos son los que son, ya no habrá más. Sobre esta base es la que estamos desarrollando diferentes estudios”, continúa Rosas.
“Este yacimiento es único por varios factores: el elevado número de restos esqueléticos recuperados, la presencia de trece individuos procedentes del mismo grupo familiar, las condiciones de conservación o la buena preservación del ADN”, concluye.
Referencia bibliográfica:
“The growth pattern of Neandertals, reconstructed from a juvenile skeleton from El Sidrón (Spain)”. Science 357 (6357). Antonio Rosas, Luis Ríos, Almudena Estalrrich, Helen Liversidge, Antonio García-Tabernero, Rosa Huguet, Hugo Cardoso, Markus Bastir, Carles Lalueza-Fox, Marco de la Rasilla, Christopher Dean. http://science.sciencemag.org/cgi/doi/10.1126/science.aan6463