Imagine sólo por un momento que está pronunciando una conferencia y puede saber en cada segundo de su charla cómo está reaccionando el auditorio a sus palabras: qué les está interesando más; si se están aburriendo; si alguno de los temas que está tocando entusiasma al público, etc. Pues esto, que en principio parece ciencia ficción, puede ser real gracias a la tecnología desarrollada en Ávila por José Luis Martínez Herrador, catedrático de Psicología Evolutiva de la Facultad de Educación y Turismo de la Universidad de Salamanca.
Él, arropado por varios profesores de su departamento, es el creador del Sociograph, un aparato cuyo principal objetivo es medir el nivel de emociones de un grupo. “No analiza a la persona como tal”, aclara Martínez Herrador, “sino que estudia cómo un grupo reacciona a determinados estímulos”. El Sociograph, que fue presentado en la XI Conferencia Española y I Encuentro Iberoaméricano de Biometría, en Salamanca, tiene una gran cantidad de aplicaciones, tal y como su propio creador se encarga de resaltar. “Sus posibles usos son muy variados, y van desde la educación, a la comunicación audiovisual, pasando, cómo no por la publicidad, el derecho o la política”, enumera Martínez Herrador. Y es que, según el catedrático “gracias al aparato una persona puede visualizar en el momento lo que está ocurriendo o cómo está reaccionando la gente”.
Para conseguirlo, el aparato toma una serie de medidas psicosociológicas, que más adelante la misma máquina analiza de forma matemática. “Así extrae todo lo que hay de común en las reacciones de cada grupo”, concluye el catedrático abulense. Y para tomar esas medidas psicosolciológicas, el Sociograph utiliza electrodos de contacto, lo que en un principio obliga a todos los miembros del grupo a permanecer quietos durante el tiempo que dure el estudio.
Por esa razón, Martínez Herrador se plantea la posibilidad (aunque con un coste económico más elevado) de tomar esas mediciones por biotelemetría. “En ese caso se le pondría a cada persona un sensor, conectado al emisor”, comienza a explicar, “también habría un aparato que captara las emociones, y así la persona podría estar libremente en cualquier tipo de contexto”. Esto, desde el punto de vista del catedrático, sería muy útil en mítines políticos, quizá uno de los campos en los que mejores resultados podría obtener el Sociograph.
Estudios científicos
De hecho, en estos momentos, el Sociograph (que en su día también fue utilizado por la Universidad de Málaga) se encuentra en la Universidad de Barcelona, donde su departamento de Psicología Social lo aplica al estudio de grupos y liderazgo. Algo en lo que, evidentemente, el Sociograph puede serles de mucha ayuda ya que, tal y como recalca Martínez Herrador, es una herramienta única a la hora de saber quién puede ser el líder de un grupo por el simple hecho de averiguar a quién se le presta más atención.
Y éste es sólo un ejemplo de las muchas aplicaciones de la tecnología desarrollada en Ávila en la que, por cierto, se ha mostrado muy interesado el psicólogo norteamericano Albert Bandura, como reconoce el catedrático de la institución. El experto explica que se trata de un instrumento que si bien es muy válido a la hora de trabajar en liderazgos, no lo es menos en el campo de la publicidad, al averiguar qué anuncios interesan más o menos a potenciales clientes. De hecho, una vez que el Sociograph estuvo listo, Martínez Herrador realizó un estudio ayudado por un colectivo de doce alumnos de la Facultad de Psicología de Salamanca con los que ha colaborado para comprobar diversas teorías científicas. Así, los alumnos se prestaron a visualizar una secuencia de anuncios, para comprobar qué impacto tenían en ellos. En ese primer estudio, Martínez Herrador observó, después de sincronizar perfectamente los resultados analíticos que ofrece el Sociograph y las imágenes de los anuncios, cómo, por ejemplo, el nivel de atención aumentaba considerablemente al presenciar una imagen familiar, en un anuncio de muñecos infantiles, o cómo decrecía con un lineal anuncio de tarjetas de crédito.
En ese estudio también se incluían estímulos positivos (como una mujer desnuda) y negativos (una mano ensangrentada), y aunque en ambos casos el nivel de atención aumentó considerablemente, el estímulo positivo influyó más en el grupo como tal. “Pero el Sociograph permite también medir el nivel de trabajo del cerebro”, apunta Martínez Herrador. De hecho, en el estudio de los estudiantes salmantinos, se incluyeron estímulos neutros y otros que implicaban un cierto ejercicio intelectual, como partes de un test de inteligencia. “En este caso el nivel de atención del grupo aumentó, como si todas las mentes estuvieran intentando resolver un problema común”, subraya.