Reanimar la memoria de la guerra civil y la posguerra españolas a través de testimonios materiales. Este es el principal objetivo de las tareas de excavación llevadas a cabo por investigadores del Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento (CSIC) en varias localizaciones de Madrid, Badajoz y Guadalajara que albergaron construcciones franquistas y republicanas. Los objetos hallados describen el estado de penuria de los soldados republicanos y la represión ejercida sobre los presos al acabar la guerra.
La parte española del proyecto arrancó a finales de 2008, cuando un grupo de arqueólogos y alumnado de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) comenzó a estudiar los restos presentes en el propio campus, escenario de uno de los combates más conocidos de la guerra civil, la Batalla de Madrid, que tuvo lugar en noviembre de 1936 y que significó el primer revés al avance de las tropas de Franco. Tras el enfrentamiento, una vez estabilizado el frente, se inició la construcción de un complejo sistema de fortificaciones en todo el campus. Cerca de Puerta de Hierro aún es posible distinguir varias trincheras.
“En este escenario pudimos observar el estado de penuria del ejército republicano y de los civiles madrileños al acabar la guerra. Los zapatos y otros elementos de vestido de procedencia civil nos hablan de un ejército mal uniformado”, señala Alfredo González‐Ruibal, investigador en el Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento (CSIC) y director del proyecto, que presentará los resultados los próximos 19 y 20 de noviembre en un congreso en Reikiavik (Islandia).
Los trabajos forman parte del proyecto europeo Ruin Memories, destinado a analizar y sacar del olvido hechos históricos recientes. Además de España, participan Noruega, Suecia, Islandia y Reino Unido
Entre los objetos más llamativos recuperados en Ciudad Universitaria (Madrid) , destacan dos medallas religiosas, un mechero fabricado con un casquillo, dos pesetas de la República de 1937 y una estrella roja del uniforme del Ejército Popular. Según González‐Ruibal, “no se hallaron apenas casquillos, porque aparentemente el ejército los reciclaba todos”.
Un poblado de chabolas en Bustarviejo
En Bustarviejo, situado en la sierra norte de Madrid, los arqueólogos quisieron indagar en la realidad histórica de un destacamento penal que el régimen franquista utilizó en la posguerra para finalizar la línea de ferrocarril Madrid‐Burgos, cuya construcción se había iniciado en los años '20. Los restos arqueológicos de este destacamento, que se conservan excepcionalmente bien, han aportado a los arqueólogos valiosa información.
El equipo ha descubierto un poblado de chabolas donde vivían algunos familiares de los presos republicanos que trabajaban allí como parte del llamado “sistema de redención de penas por el trabajo”, dirigido, entre otras cosas, a la ejecución de obras públicas con mano de obra gratuita a cambio de la reducción de condenas.
Comprobaron que mujeres y niños dormían en camastros de piedra cubiertos con ramas y que dentro de las cabañas encendían hogueras para calentarse y cocinar, lo que hacía que el ambiente fuese irrespirable. “El destacamento penal no tenía alambradas, pero no hacía falta, porque la presencia de los familiares desempeñaba el mismo papel disuasorio”, destaca el investigador al describir este fenómeno del fascismo español prácticamente desconocido.
Anulación de la intimidad en Castuera
Para acercarse a la realidad de los campos de concentración, los arqueólogos excavaron en Castuera (Badajoz), donde el régimen franquista instaló al finalizar la guerra una de sus construcciones más represivas. González‐Ruibal asegura que el campo infringía los propios reglamentos fascistas porque las condiciones de vida de los presos eran insalubres. “Las letrinas, por ejemplo, tenían un cuarto de la profundidad reglamentaria e impedían por completo la intimidad, pues se usaban al aire libre y de forma colectiva. No se trataba de algo casual, sino que eran parte del castigo y de la humillación diseñada por los vencedores”, señala el arqueólogo.
Durante las excavaciones, los investigadores hallaron varios objetos en un basurero, como latas, escudillas de aluminio y alambre de espino, varios tinteros y una pieza de dominó fabricada con un trozo de hueso. La monotonía de estos restos y la ausencia de objetos personales apuntan a que en campos de concentración como estos se ejercían tácticas de anulación de la individualidad.
“La supervivencia en estos campos dependía sobre todo de los familiares, ya que eran ellos quienes traían algo de comida para suplir las míseras raciones del campo”, señala el investigador para mencionar los trozos de vasijas de barro y pucheros hallados.
La presencia fascista en Abánades
En la localidad de Abánades, en Guadalajara, los arqueólogos han excavado una fortificación franquista muy bien conservada, que estuvo ubicada en primera línea de frente durante toda la guerra. La presencia de los soldados dejó una persistente huella en el paisaje, en el que proyectiles sin explotar se intercalan con trincheras y casamatas.
Los investigadores afirman que los restos encontrados hablan de un ejército bien armado, que disponía de abundante munición de fabricación alemana y nacional. Los soldados se alimentaban con una gran cantidad y variedad de latas y bebían café en tazas de porcelana que saqueaban del pueblo.
“En Abánades se aprecia la política franquista en su dimensión más material y cercana: hemos documentado varios graffiti con el nombre de Franco, una gran cruz de hierro forjado que daba la cara al enemigo y latas de atún con el ¡Saludo a Franco! escrito”, asegura el investigador del CSIC. Entre los hallazgos que más les llamaron la atención, destaca un casco italiano de la I Guerra Mundial usado por un soldado de Mussolini que había sido enviado a luchar a Guadalajara.
Revelar un pasado traumático
Para González‐Ruibal, todos estos hallazgos confirman lo que ya se conocía por la documentación de la época. “No obstante, nos permiten contarlo a la sociedad de una forma más tangible y cercana. Además, descubrimos también hechos que no se conocían o habían sido marginados en la historiografía y en la memoria colectiva”, subraya.
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El proyecto europeo Ruin Memories está dirigido por Bjornar Olsen, de la universidad noruega de Tromso. En él participan también investigadores de Suecia, Islandia y Reino Unido. Cada uno tiene un objetivo común: ayudar a entender por qué la materialidad de hechos recientes de la modernidad ha sido devaluada y marginada, y sugerir formas de reafirmar su significado cultural e histórico.