La investigadora Margarita Salas ha dirigido un trabajo científico que aporta nuevos datos sobre las estrategias que emplean los virus para proliferar. En concreto, el estudio explica que el virus modelo ø29 requiere la inhibición de uno de los mecanismos de reparación del ADN celular para que su infección prospere. El hallazgo, que aparece publicado en el último número de la revista PNAS, sienta las bases para futuros trabajos sobre dos grupos de virus: los herpesvirus y los poxvirus, familia que incluye el virus de la viruela. La bioquímica asturiana acaba de ser investida doctor ‘honoris causa’ por la Universidad Rey Juan Carlos.
Salas, que trabaja en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (centro mixto del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid) ha colaborado con las investigadoras Gemma Serrano y Alicia Bravo en el desarrollo del trabajo.
La propia directora de la investigación explica las razones que motivaron el estudio: “Los virus han desarrollado diversas estrategias muy interesantes para proliferar en las células elegidas como diana. En algunas ocasiones utilizan componentes de la célula en su propio beneficio, pero otras veces tienen que inactivar determinadas funciones celulares para conseguir un proceso infectivo productivo”.
El grupo que dirige la investigadora se ha centrado en la segunda de estas estrategias y ha estudiado los mecanismos de replicación del virus ø29, que infecta a la bacteria Bacillus subtilis
Sus trabajos sobre este virus han esclarecido algunas cuestiones sobre las interacciones que establecen virus y células dianas. Así, hace dos años, Salas y su equipo identificaron un nuevo inhibidor de la actividad Uracil-ADN glicosilasa (UDG, en su acrónimo inglés), que bautizaron con el nombre de p56. Este inhibidor es codificado por el virus ø29 durante las primeras etapas de la infección, cuando tiene lugar la replicación del virus.
El trabajo que publica ahora PNAS prosigue esta investigación y explica por qué es fundamental la inhibición de la actividad de UDG, un mecanismo que emplea la célula para reparar su ADN, para el desarrollo del virus ø29. “Nuestras observaciones demuestran que, durante la replicación viral, el ADN polimerasa (el enzima responsable de la síntesis del ADN) incorpora residuos de uracilo en el genoma de ø29 con cierta frecuencia”, explica la investigadora del CSIC Gemma Serrano.
Y añade: “Este hecho es insólito, porque el uracilo es un componente del ARN (molécula implicada en la transmisión de información genética del ADN a las proteinas) que rara vez se encuentra en el ADN, ya que su presencia puede generar mutaciones en el genoma”. De hecho, para evitar dichas mutaciones, la mayoría de las células contienen una enzima UDG, responsable de la eliminación de los residuos de uracilo.
Sin embargo, el trabajo muestra que el bloqueo de este mecanismo de reparación celular es una de las herramientas que utiliza el virus ø29 para favorecer su replicación.
Potencial terapéutico
Además de estos hallazgos, el grupo que dirige Margarita Salas está trabajando en el posible papel de la proteína p56 de ø29 como agente antiviral contra infecciones virales producidas por los herpesvirus y poxvirus (familia que incluye el virus de la viruela).
El potencial terapéutico de la proteína p56 podría radicar en su capacidad de inhibir la actividad UDG, ya que estos virus, al igual que la inmensa mayoría de las células, codifican una UDG que es esencial para el proceso infectivo. Por lo tanto, el trabajo futuro de este grupo se centrará en estudiar los posibles efectos de la proteína p56 sobre el ciclo infectivo de herpesvirus y poxvirus.
El estudio del virus ø29, de gran utilidad en la investigación biotecnológica, constituye la principal línea de investigación de Margarita Salas (1938, Canero, Concejo de Valdés). Discípula del premio Nobel Severo Ochoa, con el que trabajó en EE UU, después de colaborar con el bioquímico Alberto Sols en Madrid, la bioquímica asturiana es una figura clave en los ámbitos de la bioquímica y la biología molecular españolas.
Honoris causa
Salas ha sido investida hoy doctor honoris causa por la Universidad Rey Juan Carlos, en Madrid, junto a otras cinco personalidades del mundo de la Medicina.
Este reconocimiento se suma a la lista de distinciones que ha cosechado a lo largo de su carrera científica que, entre otros, incluye el Premio Jaime I de Investigación en 1994 y el Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal en 1999. Asimismo, fue nombrada Investigadora europea 1999 por la UNESCO, y recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, concedida por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, en 2005.
Es miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; así como de la Real Academia Española de la Lengua. Entre 1995 y 2003, dirigió el Instituto de España, organismo que agrupa a la totalidad de las Reales Academias españolas. Es, además, la primera investigadora española que ingresó en la Academia Nacional de Ciencias de EE UU.