Dilucidar la verdadera función de la glándula productora de calcio de las lombrices de tierra sigue siendo un misterio para los científicos desde los tiempos de Darwin. Investigadores de la Universidad de Vigo, junto con científicos del Centre for Ecology and Hydrology y de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), han explorado la función respiratoria de esta glándula y han descubierto que “secuestra” el CO2 metabólico y el atmosférico.
Las lombrices de tierra (Lumbricus terrestris) desempeñan un papel crucial en el ciclo de nutrientes del suelo, por lo que toda investigación relativa a ellas permite obtener un mejor conocimiento del funcionamiento de los ecosistemas terrestres.
Un equipo de científicos de la Universidad de Vigo acaba de desvelar una nueva ruta del carbono. El estudio, que la revista Soil Biology and Biochemistry publica en su número de febrero, describe por primera vez una “captación” directa de CO2 ambiental por parte de un invertebrado terrestre.
Frente a las diferentes hipótesis sobre la función de la glándula calcífera, la investigadora María Jesús Iglesias Briones, primera autora del estudio, manifestó a SINC que “ésta no sólo es capaz de fijar el CO2 que se produce como resultado de las actividades metabólicas, sino también el que está presente en la atmósfera”.
La técnica que ha permitido el hallazgo se fundamente en isótopos estables de carbono (13C/12C), es decir, elementos químicos que poseen el mismo número de protones y distinto número de neutrones, y que, además, no se descomponen con el tiempo. Los resultados han demostrado que la tasa de fijación de carbono por parte de estos organismos es extremadamente alta (de unos pocos días).
La investigadora explica la importancia de definir la función de la glándula de las lombrices y concretar el origen de sus depósitos de carbonato cálcico: “Puede ser un aspecto clave para incluir en los modelos de ciclo del carbono global y de cambio climático, ya que desvela una nueva ruta del carbono en los ecosistemas terrestres”.
La potencialidad de los invertebrados terrestres
Para Iglesias Briones, el trabajo “abre futuros campos de investigación centrados en conocer si otros invertebrados terrestres son también capaces de fijar CO2 y en cuáles podrían ser las implicaciones de esta fijación de carbono para los procesos microbiológicos y el crecimiento de las plantas”.
Las acumulaciones de gránulos de carbonato cálcico que las lombrices de tierra han ido depositando en el suelo también han interesado a arqueólogos y estudiosos de la micro-morfología del suelo. Este trabajo podría “estimular el estudio de estas concreciones biogénicas y su uso potencial como registros de las concentraciones del CO2 en tiempos pasados”, avanzó a SINC la investigadora gallega.
Casi dos siglos después de que se empezara a estudiar esta glándula (en 1829), se siguen desconociendo las causas por las que un invertebrado terrestre que carece de estructuras minerales de protección (como esqueletos conchas protectoras) produce concreciones de carbonato cálcico; un mineral que los crustáceos producen y almacenan para reforzar o reparar su esqueleto.
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M. J. Iglesias Briones, N. J. Ostle, T. G. Piearce. “Stable isotopes reveal that the calciferous gland of earthworms is a CO2-fixing organ”, Soil Biology & Biochemistry 40 (2): 554-557, feb, 2007.